El Monasterio de Piedra y su papel como puerta de entrada a la Comunidad de Calatayud

El cenobio cisterciense es uno de los puntos más visitados de todo Aragón y sus gestores plantean que las visitas se extiendan por la comarca.

El recinto cuenta con rincones peculiares
El recinto cuenta con rincones peculiares
Monasterio de Piedra

El Monasterio de Piedra es considerado por no pocos viajeros como el punto de partida perfecto para recorrer la relativamente desconocida comarca de la Comunidad de Calatayud. Según datos de los propios gestores del complejo, se trata de uno de los puntos más visitados de Aragón, con más de 250.000 personas que han pasado por sus instalaciones.

Por eso, y conscientes del gran valor histórico, patrimonial, cultural, natural y gastronómico de la región, desde el cenobio ponen a disposición de los visitantes una serie de recomendaciones con algunos de los lugares y atractivos que deben disfrutarse en esta demarcación, situada al oeste de Zaragoza y colindante con las provincias de Guadalajara y Soria.

En sus 67 municipios, articulados en su mayoría en torno al río Jalón y sus afluentes, la historia, el patrimonio y la naturaleza son absolutos protagonistas. En palabras de José Pont, director de Monasterio de Piedra: "Pese a que las cifras demuestran que cada vez más personas se acercan a visitar la Comarca de Calatayud teniendo como punto de partida el Monasterio de Piedra, lo cierto es que creemos que todavía es una región cuyo potencial merece ser descubierto por mucha más gente"

"Estamos convencidos de que, con el impulso necesario, llegará a convertirse en un referente dentro de su categoría y cada vez más visitantes tendrán el placer de conocer un lugar repleto de historia, naturaleza y cultura", resalta Pont. La ciudad, durante la pasada Semana Santa llegó a anotar un 90% de ocupación hotelera y buenas cifras en los alojamientos rurales y balnearios.

Así, sus especiales condiciones orográficas hacen de esta zona uno de los lugares de referencia para los amantes de las actividades al aire libre. Las hoces conformadas por el río Jalón y sus afluentes, entre los que destaca el río Piedra, son profundas, sinuosas y un paraíso para quienes buscan actividades más estimulantes. Gracias a su completa red de senderos comarcales es fácil disfrutar de imponentes roquedos, hogar de muchas rapaces protegidas. Los bosques de ribera pueblan los caminos que, desde Nuévalos, se dirigen a poblaciones cercanas y con encanto como Ibdes y Jaraba.

En este territorio hay seis balnearios repartidos entre los municipios de Jaraba, Alhama de Aragón y Paracuellos de Jiloca. La calidad y las propiedades de sus aguas son bien conocidas en la zona. Quienes acuden buscan reducir el estrés y la ansiedad producidos por el día a día de las grandes ciudades, aliviar ciertos dolores o mejorar la piel. El Monasterio de Piedra también cuenta con su propio SPA, con circuito de aguas, piscinas climatizadas, sauna y tratamientos de masaje que renuevan cuerpo y mente.

Entre el recuerdo de Roma y la influencia mudéjar. Las culturas romana y musulmana se manifiestan a lo largo y ancho de toda la comarca, con vestigios de lo que antaño fue un lugar estratégico y lleno de vida para estas civilizaciones. La propia Calatayud, antes conocida como Bilbilis, es una ciudad de origen celtíbero conquistada por Roma. Bajo su mandato, fue una de las poblaciones más prósperas del momento.

Tiempo después, con la llegada de los árabes fue un punto de encuentro en el que las condiciones políticas, sociales y culturales hicieron prevalecer una sociedad heterogénea que hoy se refleja a través de la arquitectura y el arte, con templos, palacios y castillos que conforman un envidiable patrimonio.

En el ámbito gastronómico no se pueden obviar desde los embutidos, elaboraciones como los "fardeles" y hasta el reconocido ternasco de Aragón, acompañados de un vino de la Denominación de Origen Calatayud. El congrio seco, ese manjar desconocido, es otra de las estrellas en los fogones en Calatayud, guisado tradicionalmente con garbanzo y patata.

Para los postres, la repostería y dulces tienen peso propio. A lo que se suma su ligazón con el chocolate, cuya cuna de elaboración en Europa se sitúa en el Monasterio de Piedra. Y es que la historia narra que fue el monje Fray Jerónimo de Aguilar, que acompañó a Hernán Cortés en su viaje a México, el responsable de enviar la receta y el primer cargamento de cacao al abad del Monasterio de Piedra, Antonio de Álvaro.

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