La actividad de BonÁrea en Épila comenzará en 2020 con una planta de comida para mascotas

Las obras del centro se iniciarán en enero de 2019, y contarán con una inversión de 400 millones de euros.

Los terrenos escogidos se ubican junto al polígono de El Sabinar, a los pies de la autovía de Madrid.
El grupo alimentario de BonÀrea levantará un macrocomplejo en Épila y creará 4.000 empleos
A. Navarro

Inicio de las obras en 2019. Primera actividad productiva: 2020. Primeros sacrificios de pollos: entre 2023 y 2025. Estas son las fechas que se marca el Grupo Alimentario Guissona -propietario de los supermercados Bon Àrea- para la entrada en funcionamiento de su macrocomplejo que se situará en el término municipal de Épila y para el que se destinará una inversión de 400 millones de euros. Una vez que este centro esté a pleno rendimiento, la compañía prevé abastecer desde allí a 1.000 tiendas en las zonas de Levante, Aragón y centro y norte de España. Esto supone el doble de establecimientos que los atendidos hoy desde su sede central en Lérida.

Todo ello lo ha explicado el director general de la empresa catalana, Jaume Alisa, durante el arranque de la segunda sesión de las Jornadas Profesionales de Avicultura que tienen lugar en Calatayud desde el lunes y que acaban este miércoles. A lo largo de su intervención en este foro, el responsable catalán aseguró que la localización en este municipio de la comarca de Valdejalón es “idónea” para afrontar sus planes de crecimiento. En este sentido mencionó que la adquisición de los terrenos que hizo el grupo en 2008 en la misma localidad no se ajustaba a sus necesidades actuales, y de ahí el acuerdo con el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento para contar con unos terrenos al pie de la A-2 y cercanos al polígono de El Sabinar.

El inicio de la actividad productiva en este centro que abarcará más de 400.000 metros cuadrados llegará con la puesta en funcionamiento de la planta de fabricación de pienso para mascotas antes de finalizar 2020. La siguiente pieza en estar en marcha será el matadero de pollos, cuyos primeros sacrificios llegarán entre 2023 y 2025. Antes, la plataforma logística del complejo, la que abastecerá a las tiendas, dará servicio también en 2020. Para que todo esto sea posible, los responsables prevén que las obras se inicien “no antes de en enero de 2019”.

El matadero de pollos, que se comenzará a construir en 2021 o 2022 y al que se sumarán otro para cerdos, otro para pavos y otro para vacuno y cordero, tendrá una capacidad para 60.000 'broilers' (pollos de engorde) diarios. Esto, explicó Alsina, implicará que en el área de influencia del macrocomplejo se necesiten dos millones de plazas para engorde en los próximos años, que produzcan 15 millones de ejemplares al año.

La ubicación de estas granjas en los siguientes 6 u 8 años, matizó el responsable, tendrá que ser equidistante entre Guissona y Épila. Ya posteriormente, siendo Épila el núcleo principal, “las nuevas instalaciones de granjas de nuestros socios sí que se ubicarán más en la localidad y en la comarca”. Otro de los puntos todavía por definir será la ubicación que tome una planta de incubación en la que se sitúen las gallinas reproductoras que proporcionen los 15 millones de pollos. A este respecto, Alsina apuntó que “lo lógico es que esté en la zona”.

En cuanto al segundo de los mataderos, el de pavos, la empresa prevé que los primeros sacrificios, unos 4.000 al día, tendrán lugar en 2030. Para su abastecimiento serán necesarias 500 mil plazas de engorde que proporcionen un millón de animales al año. Por otra parte, en lo que respecta a la producción de huevos, Guissona contempla que las primeras granjas de gallinas ponedoras que se ubiquen en Aragón lleguen en 2022 y se sitúen lo más cercanas posibles a Épila, aunque la proximidad no será el único parámetro que tendrán en cuenta.

La formación profesional y universitaria, otro factor determinante

Los 4.000 puestos de trabajo que tendrá la planta a pleno rendimiento no serán un problema. Al menos esa es la sensación que tiene el director general de la Corporación Alimentaria Guissona, Jaume Alsina. En este sentido, remarcó que además del factor logístico, el emplazamiento de Épila también contó con el punto a favor de la formación que se imparte en Aragón.

“Confiamos en no tener dificultades por la amplia oferta de formaciones técnicas que hay desde la Universidad de Zaragoza y de la politécnica de La Almunia, así como por la amplia red de formación profesional que hay en toda la comunidad”, explicó Alsina. En este sentido, también valoró que Épila se encuentre “a puertas del área metropolitana” de la capital aragonesa.

Una situación que puso en contraste con la vivida por el grupo durante sus primeros pasos en Lérida. “Nuestra experiencia para encontrar personas ha sido costosa, por estar en una zona árida y poco poblada de Cataluña”, remarcó. De esta manera recordó como en los 70, la mano de obra llegaba del resto de España y como en los 90 la empresa tuvo que reclutar empleados en países de Europa del Este como Rumanía y Ucrania.

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