PATRIMONIO

Un legado de Aragón en Nápoles

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El cronista Ramón Muntaner dejó escrito un pasaje para la Historia. Según él, Roger de Llúria, loco de alegría tras una victoria naval sobre los franceses en 1295, pronunció una frase mítica: "No creo que ningún pez ose alzarse sobre el mar, si no lleva en la cola un escudo o señal del Rey de Aragón". La frase, quizá exagerada, refleja una realidad incontestable: hubo un tiempo en que la Casa Real aragonesa contaba, y mucho, en el ámbito político del Mediterráneo. Y la dinastía, además, y como era lógico, emparentó con las principales de su época.

Medio centenar de catedrales, monasterios e iglesias de toda Europa, desde Reino Unido a Portugal, pasando por Italia o Francia, han sido o son panteones de la dinastía. En España son muy famosos los de los monasterios de San Juan de la Peña o Poblet, pero hay muchos más.

El que quizá sea el más desconocido por la mayoría de los aragoneses es el de la basílica de San Domenico Maggiore en Nápoles. Allí, la sacristía tiene una 'decoración' especial: en una galería a más de seis metros de altura, visitable a través de un estrecho corredor, bajo la pintura al fresco de Francesco Solimena que representa el 'Triunfo de la Fe', se encuentran cuarenta y cinco arcones con restos mortales de nobles, príncipes y reyes. No todos ellos son estrictamente aragoneses, aunque el conjunto se conozca popularmente como 'il sepolcro dei principi aragonesi'.

Allí descansaba, por ejemplo, Alfonso V el Magnánimo, que convirtió a Nápoles en un gran centro humanístico del Renacimiento, y cuyos restos acabaron trasladándose a Poblet. Queda su arcón vacío como testimonio de su presencia. Pero están también los arcones de Ludovico Guillermo de Aragón, duque de Montalto; Pedro de Aragón; Isabel de Aragón, duquesa de Milán, una hija de Alfonso II que acogió en su corte a Leonardo da Vinci; Ferrante I, Ferrante II, Giovanna IV de Aragón...

Cadáveres embalsamados

Lo que también se desconoce en España es que en 1983 el antropólogo Gino Fornaciari, de la Universidad de Pisa, tuvo la oportunidad de abrir los sarcófagos y estudiar su contenido. Lo que se encontró fue que la mayoría de los cuerpos habían sido embalsamados. "No nos sorprendió especialmente -recuerda ahora-, teniendo en cuenta que los individuos 'guardados' en San Domenico Maggiore pertenecían a la más elevada clase social de su época. Seguramente el método de embalsamamiento era muy similar al utilizado para los Reyes aragoneses en España".

Y añade: "Nuestro propósito era, y todavía lo es, reconstruir el estilo de vida y las causas de la muerte de los aragoneses que fueron reyes y príncipes de Nápoles". El antropólogo italiano, después de aquel trabajo, ha desarrollado numerosos estudios sobre los restos mortales de grandes personajes históricos. Actualmente está enfrascado en los cuerpos de la capilla de los Médici en la iglesia de San Lorenzo en Florencia.

Aunque han pasado más de dos décadas desde que se abrieron los sarcófagos, Fornaciari no ha acabado aún el estudio de los restos. Entonces la investigación genética no estaba tan desarrollada como ahora, pero fue un hombre precavido, lo que abre ahora interesantes puertas a los investigadores. "Realicé autopsias, análisis histológicos e inmunológicos, estudios con microscopio electrónico y de ADN, análisis de elementos traza, investigué los isótopos estables, trabajé también la paleonutrición... Y sí, tomé muestras, que todavía estoy estudiando, y que podrían ser muy útiles para un eventual proyecto en el que se realizaran análisis de ADN. Del fondo del sarcófago de Alfonso V recogí algunos pequeños fragmentos de hueso y materiales orgánicos que también podrían ser útiles en el futuro".

Fornaciari ha publicado sus conclusiones en numerosas revistas especializadas. Su trabajo está lleno de datos curiosos. Por ejemplo, realizando la autopsia a Ferrante I de Aragón, rey de Nápoles, que murió en 1494 a los 63 años, descubrió las señales inequívocas de un cáncer de colon (las fuentes históricas señalan que Ferrante I era un insaciable devorador de carne). En el caso de Ferrante II, la autopsia reveló que sufría una cirrosis galopante. Y especialmente llamativo es el caso de María de Aragón (1503-1568), marquesa de Vasto, considerada en su época como una de las mujeres más bellas de Italia. Sufría una sífilis aguda.

"Desconocemos si la sífilis fue la causa de la muerte de María de Aragón, precisamente porque el cuerpo fue embalsamado -señala-. En los otros dos casos, estoy seguro de que murieron de cáncer de colon y de cirrosis".

Otra investigación en Palermo

No son los únicos estudios que se han realizado en Italia a restos de la Casa Real de Aragón. En 1998, el médico Alfredo Salerno abrió la tumba del emperador Federico II en la catedral de Palermo. En el monumental sarcófago de pórfido encontró también el cuerpo de Pedro II de Aragón (1305-1342) y de una mujer desconocida. Pedro II estaba, también, embalsamado. En esta ocasión el estudio de los restos fue bastante más somero: estereofotogrametría, radiografías y poco más. Al parecer, no se tomaron muestras que permitan estudios de ADN.

Hay más Panteones Reales de Aragón en el mundo. En el Vaticano, por ejemplo, yace María de Montpellier, la esposa de Pedro II el Católico. En Francia, en la catedral de Lescar, reposa la infanta doña Blanca, hija de Juan II de Navarra y Aragón. Hoy, las dos están casi olvidadas, solo son una referencia erudita. Pero quizá las dos tumbas más queridas sean las de dos mujeres con corona: Isabel, reina de Portugal, y Catalina, reina de Inglaterra.