Nunca faltan flores frescas en la tumba de Catalina

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Nunca faltan flores frescas en la tumba de Catalina
Nunca faltan flores frescas en la tumba de Catalina

"Aquí descansa el cuerpo de Catalina de Aragón, Reina de Inglaterra, primera mujer de Enrique VIII, que murió en el castillo de Kimbolton el 8 de enero de 1536 a la edad de 49 años". Este sencillo epitafio figura en la tumba de Catalina de Aragón en la catedral de Peterborough, en el centro de Inglaterra. Es sencillo, casi humilde, y no resume, en realidad, el inmenso cariño que se le tiene en la isla a una reina que fue, en realidad, una paradoja histórica.

Catalina contrajo matrimonio con Arturo, el hermano mayor de quien luego sería Enrique VIII, pero enviudó seis meses después del enlace. Se dijo que el matrimonio no había llegado a consumarse, y el Papa le autorizó a casarse con el hermano de su marido: cuando Enrique subió al trono tenía 17 años, cinco menos que Catalina. La fatalidad se cebó en la hija de Isabel y Fernando: no pudo darle un heredero al rey y cayó en desgracia. Enrique VIII se enamoró de Ana Bolena y Catalina quedó humillada y en un país que sentía ajeno. "Son tan grandes mis tribulaciones -escribió a Carlos V-, mi vida está tan trastornada por los planes que tengo que idear diariamente para alejarme de las intenciones malvadas del rey, son tan mortales las sorpresas que el rey me da, junto a ciertas personas de la Corte, que todo ello sería suficiente para acortar diez vidas, mucho más la mía".

Todos los 29 de enero se le tributa un memorial en la seo de Peterborough. "El público deja granadas en su tumba como señal de respeto -relata Rebecca Hooper, desde la catedral-. Unos 400 niños participan todos los años en la ceremonia, y algunos de ellos también dejan tarjetas y ofrendas sobre su tumba". No hay en España un solo rey o reina que reciba todos los años un homenaje similar, porque, además de las ofrendas, se celebra una misa católica y se organizan conferencias, recitales, exposiciones... Hay también una procesión con velas en recuerdo de la que se celebró tras la muerte de Catalina de Aragón, y en la que, según las crónicas, participaron más de 1.000 personas.

Flores rojas y amarillas. En la imagen, facilitada por la catedral de Peterborough, puede verse la tumba de Catalina de Aragón después de la festividad del 29 de enero. Sobre ella, hay depositadas flores rojas y amarillas, granadas (una ofrenda tradicional) y tarjetas con la letra K elaboradas por los niños.