Escucha se planta contra el derribo de la térmica

Los extrabajadores y la Asociación Patrimonio Minero rechazan la demolición de la central que proyecta Viesgo al considerarla una seña de identidad local y comarcal.

Extrabajadores de la térmica y miembros de la Asociación Patrimonio Minero posan ante la central.
Escucha se planta contra el derribo de la térmica
J. E.

"Al menos, la chimenea y los silos se tienen que conservar para que quede constancia de la central". Juan Luis Azuara, un jubilado con 23 años de experiencia al frente de la brigada de transporte y obra civil de la térmica de Escucha, reivindica la conservación de los elementos constructivos más emblemáticos de la planta termoeléctrica tras conocer la voluntad de la empresa propietaria, el grupo Viesgo, de proceder a su demolición en 2017, cinco años después del cierre por problemas ambientales.


Los extrabajadores de la central, que fue el motor económico de la comarca junto con las minas de carbón, se pronuncian en bloque en contra del derribo de la planta, que funcionó desde 1970 hasta 2012. La Asociación para la Recuperación el Patrimonio Minero también se ha puesto manos a la obra para preservar la memoria del edificio más representativo del pasado minero-eléctrico de las Cuencas Mineras. El presidente de la asociación, Juan José Martínez, reclama la conservación del edificio, que, a su juicio, puede ser un filón turístico.


Los extrabajadores de la central recuerdan con añoranza la época de la construcción, cuando había más de mil obreros dedicados a levantar la planta –hoy, el censo de Escucha es de 950 habitantes–. A los pies de la térmica todavía se conserva un poblado en que se llegaron a alojar seiscientos trabajadores. La demanda de alojamientos desbordó a Escucha y los pueblos cercanos. "Todas las casas del pueblo estaban llenas, incluso los pajares se ocuparon. No había una habitación libre en un radio de 40 kilómetros", recuerda un exempleado.


A juicio de Juan Luis Azuara, el Ayuntamiento y el vecindario deberían "haberse movilizado antes" para evitar la demolición de las instalaciones. Recuerda que, además de ser un símbolo del pueblo y de la comarca, la central de Escucha constituyó una innovación tecnológica en su día al ser la única de Europa de su tamaño refrigerada por aire.


Para los extrabajadores, la consecuencia más penosa del cierre de la central es la pérdida de una de las principales fuentes de empleo de la comarca. La planta contó con una plantilla máxima de 160 operarios que, en la etapa final, se habían reducido a 60. Emilio Villarroya, que trabajó 42 años en la térmica, se considera un privilegiado por haber podido finalizar su vida laboral allí, "porque ahora no hay alternativas laborales para los jóvenes".


El Ayuntamiento evita pronunciarse hasta tener sobre la mesa el proyecto de demolición de Viesgo. Mientras, un particular ha puesto en marcha una recogida de firmas contra el derribo en la plataforma digital change.org a la que se han sumado 500 personas.

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