Viaje a la Semana Santa de Huesca: del Cristo de 1695 a la leyenda negra del Ángel de la Muerte

La imaginería religiosa de los 22 pasos oculta algunos tesoros que se pueden ver este viernes (si el tiempo no lo impide) en la plaza de Santo Domingo, antes de la procesión del Santo Entierro.

Imágenes de los grupos escultóricos de Huesca.
José Luis Gómez junto a la imagen de la Caída de Jesús en la Calle de la Amargura (1906), una copia de un paso de Salzillo, cuya fotografía aparece sobre la peana .
Veronica Lacasa 9a9<

El paso de las procesiones (si la lluvia las permite), por muy pausado que sea, no da para contemplar con detalle la riqueza de algunos grupos escultóricos de la Semana Santa de Huesca. Pero una visita más reposada a los almacenes de la iglesia de Santo Domingo, su epicentro, demuestra el valor de la imaginería de la ciudad. 

Jueves, viernes y sábado se pueden contemplar en las visitas guiadas del ayuntamiento y el Viernes Santo, si el tiempo lo permite, se exponen (17.00, plaza de Santo Domingo), antes de participar en el Santo Entierro. De cicerone ejerce José Luis Gómez, portavoz de la Archicofradía de la Vera Cruz (fundada hacia el 1500), una enciclopedia andante que guarda en su cabeza la ficha técnica de cada grupo escultórico.

No es extraño que la lluvia este año haya provocado la suspensiones de muchas procesiones pensando en el valor de las imágenes. "Restaurarlas cuesta mucho dinero", justifica el portavoz de la Vera Cruz, a la que pertenecen casi todos los pasos. Estos se ceden a las cofradías, que deben firmar un documento responsabilizándose de posibles daños.

Precisamente una de las peculiaridades de la Semana Santa de Huesca es que la Archicofradía los compra, los mantiene y los presta para procesionarlos. Las excepciones son el Cristo de los Gitanos, una figura que salió de un retablo del convento de Santa Clara, y el Nazareno.

La pieza más antigua de los 22 pasos que procesionan data de 1695, obra del fraile dominico Pedro Nolivos, autor del retablo y de la sillería del coro de Santo Domingo. La imagen del Cristo del Perdón, cuyo rostro refleja el dolor y el sufrimiento, se expone todo el año en esa iglesia a la espera de ser descolgado en la madrugada del jueves al viernes. Fue un discípulo de Pedro Nolivos quien talló entre los siglos XVII y XVIII el segundo más antiguo, el Cristo de la Esperanza, que procesiona desde 1961.

No son los únicos tesoros. José Luis Gómez señala con orgullo en el almacén los cuatro que se conservan del escultor grausino Felipe Coscolla, muerto trágicamente, víctima de un golpe propinado por un trabajador de su taller en una discusión. No hay más de él en el país. En 1923 talló El Descendimiento, que ya hizo un siglo; La Verónica lo cumple este año; La Enclavación es de 1929; y El Prendimiento, de 1930.

"Todos los pasos de Coscolla se han quemado. En Barbastro los tiraron al barranco ardiendo. Solo quedaban los cuatro de Huesca y uno en Tarragona, pero este en los 70 se incendió por accidente", explica Gómez, que ha recorrido con los intercambios de la Archicofradía las Semanas Santas de Cuenca o León. "Pasos de esta envergadura hay pocos. La imaginería de una ciudad de 55.000 habitantes como Huesca está muy por encima de otras de su tamaño", asegura.

Hay hasta copias de Francisco Salzillo, uno de los más famosos imagineros del barroco, cuyos pasos desfilan en la famosa procesión murciana de los Salzillos. Junto a la Caída de Jesús en la Calle de la Amargura (1906) se exhibe la foto del original. Se hizo una reproducción casi exacta.

Dinero del éxodo oscense

La figura más reciente es la del Cristo yacente, comprada en 1960 en los Talleres Granda de la capital española. "Como no había suficiente dinero, los oscenses que vivían en Madrid lo pagaron, entre ellos el famoso músico y compositor Daniel Montorio. No sabemos cuánto costó", dice José Luis Gómez. Más antigua es su peana, del escultor zaragozano Cristóbal Mendoza, de 1865, una de las que más tiempo llevan procesionando. Es el emblema de la Vera Cruz, que cierra la procesión del Santo Entierro el viernes, portada a hombros por 12 costaleros de la entidad.

Aunque la mayoría se guarda en los almacenes, restaurados y convenientemente tapados con fundas para preservarlos de polvo y humedad, el Cristo yacente es uno de los pocos que se pueden ver todo el año, en la iglesia de Santo Domingo. El de los Gitanos está en la catedral, aunque cuesta encontrarlo, y el de la Esperanza preside el templo del Perpetuo Socorro. Incluso los hay que forman parte de la colección del Museo Diocesano.

Su devenir no ha estado exento de transacciones y peligros. A principios del siglo XX, la Veracruz vendió varios pasos a Lanaja por 300 pesetas y compró otros tantos por 3.000 pesetas. De los primeros no quedó en la Guerra Civil «ni documentación», señala Gómez. Por contra, en Huesca no se perdió ninguno de los 15 que entonces procesionaban. La razón es que la ciudad siempre estuvo en el bando nacional. «En 1934 alguien tiró una antorcha al lado de un paso de Coscolla. Uno se socarró un poco y la Cena sí se quemó parcialmente, y no volvió a salir hasta 1944.

El miedo al ángel

La Semana Santa oscense guarda otras múltiples historias curiosas, pero si hay que destacar una es la leyenda negra del Ángel de la Muerte. La imagen del ángel sobre una cruz con un globo terráqueo y un esqueleto guadaña en mano traía malos augurios. Salía en procesión y cogió fama de que allí donde se paraba, moría alguien. Algo lógico -aclara el portavoz de la Vera Cruz- teniendo en cuenta que se detenía muchas veces y en muchos sitios. "Empezaron a amenazar a los del paso para que no pararan, la gente corría, se marchaba de casa..., hasta que se decidió retirarlo de la circulación en 1944". 

Se desmontó y durante mucho tiempo la imagen estuvo desaparecida. El esqueleto se llevó al cementerio porque se creía que emplearon un cuerpo humano. "Estuvimos años preguntando por el ángel, nadie sabía nada". Finalmente se localizó por casualidad en el taller de un herrero, al que la Vera Cruz acudía regularmente para reparar las peanas. Se restauró pero sigue en el almacén y tapado.

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