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Flor León: "Hay trabajadores que tienen que dormir en el albergue"

Trabajadora social. Desarrolla su labor en el Centro de Acogida e Inserción de Personas Sin Hogar de Zaragoza

Flor, entre flores, en el Albergue Municipal. Y siempre sonriente.
Flor, entre flores, en el Albergue Municipal. Y siempre sonriente.
Oliver Duch

Hace un frío que pela en la calle…

Sí, mejor vamos dentro, que estaremos mejor.

Dicen que usted es la jefa del Albergue Municipal.

Pues no soy la jefa, no.

Eso dicen, oiga.

Quizá sea porque me implico mucho. El director es Juanma Harto. Y antes, Charo Jiménez. Por cierto, el Albergue Municipal no se llama Albergue Municipal.

No me sé ni el nombre: empezamos bien la entrevista…

Tranquilo, no pasa nada (sonríe). Se llama Centro de Acogida e Inserción de Personas Sin Hogar. El nuevo nombre lo pusieron en tiempos de ZEC en el Ayuntamiento. La gente de la calle le llama el Municipal, para diferenciarlo del Refugio.

Con eufemismos o sin eufemismos, conviene darse una vueltecita por aquí para ver la verdad verdadera de la vida… ¿Qué hace usted aquí?

Ante una realidad tan abrumadora como esta, tienes dos opciones: irte o quedarte...

Y usted se quedó…

Claro.

¿Por qué?

Me lo pedía el corazón.

¿Cómo llegó hasta aquí?

Yo soy de las Delicias, de la calle de Santander. Estudié y después me puse a trabajar. Estaba en una cadena de montaje de lavadoras.

Allí pasaba las horas, entre lavadoras…

Eso es. Pero un día me cansé y eché el currículo en una bolsa de empleo. Me llamaron en 2007. De allí pasé a la Asociación Solidaridad Internacional, dando charlas por todo Aragón explicando la Ley de Dependencia. También estuve ocho años en una residencia de ancianos en Alagón y otro año y medio en otra de Osera, hasta que vine a la Casa de las Culturas de Zaragoza.

Me gusta la Casa de las Culturas, sí señora.

Hacíamos arraigos para inmigrantes senegaleses, argentinos, rumanos, para todos. También daba charlas sobre ciudadanía: explicar cómo es España para que se acerquen a la realidad. Algunos llegan engañados, otros vienen desde países en conflicto. Muy duro…

Y muy grande usted, Flor. Solo es grande quien sabe ser pequeño. O pequeña…

Gracias. Vine al Albergue Municipal en marzo de 2019. Muy pronto llegó la pandemia. Sin duda, la mayor y la mejor experiencia de mi vida.

La mejor experiencia de su vida, dice usted…

Sin ninguna duda. Se montó otro albergue en el Centro Deportivo Municipal Tenerías en solo dos días. Fue muy emocionante. Quitamos las porterías, las canastas, y pudimos dar cobijo a cien personas. Se les caían las lágrimas de la emoción a Jorge Azcón y a Ángel Lorén cuando vinieron a verlo. Y no estoy hablando de política, estoy hablando de personas.

Todos somos personas: ellos, nosotros, los internos, todos.

Mejor que internos, me gusta llamar usuarios a las personas que vienen. A nivel laboral, se les llama participantes.

Ya ve, desconozco la nomenclatura del Albergue Municipal...

Somos 45 empleados. Hay 70 plazas para hombres y 12 para mujeres. También hay cuatro módulos familiares y siete individuales.

¿Por qué esta diferenciación?

Hay familias enteras en el Albergue Municipal. También, trabajadores que tienen que dormir en el Albergue Municipal: personas con salario muy bajo que no tienen para pagarse una habitación o una fianza de una habitación, que ahora también la piden.

¿Y en estos días de frío extremo?

Con el frío, en invierno, echamos colchonetas en la sala de televisión y conseguimos aumentar la capacidad hasta 120 usuarios. No puede quedarse nadie en la calle.

¿Cuántas personas duermen en la calle en Zaragoza?

En Zaragoza, hay 160 personas sin hogar. Hicimos el recuento en noviembre. Por cierto, el primer recuento nacional. Hay quien es feliz durmiendo en la calle. Se sienten libres así. Pero, quien quiera salir de esa situación, desde luego, hay que apostar por él.

Así me gusta.

Y muchas gracias por reflejar esta realidad.

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