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¿El malvado nace o se hace? El caso Laia, el factor D y el origen de la crueldad humana

El juicio por asesinato contra la madre y el padrastro de Laia, la niña de dos años que murió en el Picarral, ha reabierto el debate sobre el origen y los límites de la crueldad.

Tres juicios por asesinato.
Tres juicios por asesinato.
Oliver Duch | Agencia EFE

La maldad muy raras veces tiene su origen en una enfermedad. Y como la inteligencia, es poliédrica. Tiene mil caras y está condicionada por una enorme cantidad de factores. Esas serían las dos premisas en las que se apoyan psiquiatras y psicólogos a la hora de explicar los orígenes y límites de la crueldad humana. El caso Laia, por el que se juzga estos días en Zaragoza a la madre y al padrastro de la niña de 2 años, para los que se pide la prisión permanente revisable por maltratarla y denigrarla hasta la muerte, ha vuelto a reabrir el debate sobre esta cuestión. Yal margen de lo que finalmente decida la próxima semana el jurado, esta trágica muerte obliga a reflexionar sobre algo que unos científicos alemanes y daneses han dado en llamar el factor D (del término inglés ‘dark’): nuestro lado más oscuro.

1.- La maldad es la capacidad de hacer daño al otro, la mayoría de las veces en beneficio propio.

La psicóloga forense y profesora de la Universidad San Jorge Cristina Andreu recuerda que la maldad está presente en cada uno de nosotros. «La diferencia reside en el grado en que desarrollamos esos nueve rasgos de crueldad que identifica el llamado factor D», señala. Dichos rasgos serían el egoísmo; el maquiavelismo o manipulación; la falta de ética o sentido moral; el narcisismo o admiración por uno mismo; el derecho psicológico o convicción de ser merecedor de más derechos que el otro; la psicopatía; el sadismo; el interés social o material; y el rencor o disposición a dañar a otros. «La conducta altruista y de cooperación es la que ha hecho avanzar al ser humano. Pero todos somos capaces de grandes maldades, aunque no motu proprio. Harían falta detonantes», apunta la especialista.

Juicio por la muerte de la pequeña Laia
Juicio por la muerte de la pequeña Laia
Oliver Duch

2.- Es un error pensar que alguien malvado es un enfermo. Y un prejuicio atribuir a los enfermos mentales una mayor crueldad

Si en algo coinciden los expertos en salud mental es en la «injusticia» que supone pensar en la maldad como una patología. «Los últimos estudios de la neuropsiquiatría y de la neurología han determinado que más o menos el 95% de los humanos somos buenos. Pero es injusto que incluyamos dentro de ese otro 5% a los enfermos mentales y, por tanto, psiquiatricemos la maldad, insiste el doctor Salvador Baena, con 33 años de experiencia en el Instituto de Medicina Legal de Aragón. «A lo mejor –añade–, de ese 5% menos de un 1% tendría alguna alteración estructural o funcional que podríamos demostrar en medicina».

3.- La genética puede determinar que una persona sea propensa a la maldad.

 A la pregunta ¿el malvado nace o se hace? los expertos responden. «Dentro de esas personas que podrían definirse como crueles, hay un pequeño porcentaje que tiene un componente biológico muy potente. Características más de corte genético, de funcionamiento cerebral. Digamos que tienen esa tendencia a actuar», comenta Andreu. Según esta, muchos estudios revelan que hay «algunas precondiciones psicológicas del funcionamiento neurobiológico y neuropsiquiátrico que favorecen que una persona sea menos empática, más agresiva, más manipuladora». Ello, apunta, «unido a un entorno social o un estilo de crianza determinado, podría desatar aún más esa propensión biológica».

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4.- Un ser humano estrictamente racional es un psicópata: las emociones son esenciales en la toma de decisiones.

Los especialistas explican que hay personas incapaces de ver el daño que están causando a otras. «Por lo que se mantienen completamente impasibles ante el sufrimiento ajeno y ejercen la maldad sin remordimientos», señala el forense Salvador Baena. «Cualquiera puede sufrir un momento de ira, perder el control y hacer daño a alguien. Pero estas personas arrastran un sentimiento de culpa», añade. Sin embargo, como recuerda Cristina Andreu, luego hay casos como el de Norbert Feher, también conocido como Igor el ruso, condenado a prisión permanente por el triple crimen de Andorra. 

"En Igor el Ruso, lo emocional no tiene cabida, solamente la lógica cartesiana, la lógica más instrumental. Los seres humanos debemos tomar las decisiones teniendo en cuenta el componente emocional"

«Su desconexión moral y emocional era absoluta. Es un psicópata puro, sus decisiones son estrictamente racionales. En él, lo emocional no tiene cabida, solamente la lógica cartesiana, la lógica más instrumental. Los seres humanos debemos tomar las decisiones teniendo en cuenta el componente emocional. Por poco que te apetezca levantarse cuando tu bebé llora de noche, lo haces. No te quedas durmiendo», indica. «Recuerdo que cuando acabó el juicio –continúa–, Feher les dijo a las viudas que no había sido nada personal. Las pobres desgraciadamente lo experimentarían como un acto de crueldad, pero él era incapaz de verlo así», aclara.

5.- Las nuevas tecnologías y las redes sociales se han convertido en herramientas para multiplicar el daño.

 Las fotografías de unas menores de Badajoz manipuladas por sus propios compañeros con programas de inteligencia artificial para aparentar que estaban desnudas se convirtieron en una noticia de alcance nacional en septiembre. Para Salvador Baena, este sería un claro ejemplo de una nueva forma de maldad, la «virtual». «Antes, cualquier situación de acoso era de persona a persona, en la pequeña distancia. Ahora, te pueden destrozar la vida en tres minutos a través de una red social», apunta. Para la psicóloga Cristina Andreu, algunos de los valores que imperan en la sociedad actual también potencian nuestro factor D. «Mirar para otro lado en situaciones de acoso», por ejemplo.

"Antes, cualquier situación de acoso era de persona a persona, en la pequeña distancia. Ahora, te pueden destrozar la vida en tres minutos a través de una red social"

6.- La violencia vicaria sería el «castigo sublime»: prolongar el dolor de por vida.

Los expertos coinciden en que la reiteración en el tiempo y de forma consciente de una conducta lesiva es la evidencia más clara de la maldad humana. «Por eso la violencia vicaria sería el castigo sublime. Como decía José Bretón –condenado también por matar a sus dos hijos en 2011 en Huelva–, si mataba a su mujer, ya estaba. Pero si mataba a los niños, la mataba a ella todos los días de su vida. Quería prolongar su agonía hasta el final», comenta Andreu.

7.- La maldad por sí sola no es un delito y las decisiones de los jueces son difíciles.

El titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, Rafael Lasala, confiesa que sería imposible distinguir la maldad de la enfermedad de no ser por los forenses que les asisten. «La maldad choca también con el juego de la ley, el juego jurídico. Y solamente puedes condenar cuando puedes dar una explicación razonable, argumentada y basada en pruebas», dice.

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