Heraldo del Campo

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Dulces y panes convertidos en los mejores embajadores de Cretas

La cuarta generación de Horno Llerda sigue apostando por la tradición pastelera y panadera que iniciaron en el año 1930 en la localidad de Cretas.

Adrián José Omella y su esposa Andrea Gil.
Adrián José Omella y su esposa Andrea Gil.
H.LL.

Situado en el corazón del Matarraña, muy cerca de los puertos de Beceite, el municipio de Cretas ha sido uno de los grandes desconocidos de esta comarca, hasta que el boca a boca convirtió el delicioso sabor de los dulces y panes de Horno Llerda en todo un reclamo para las miles de personas que, año tras año, visitan este enclave.

Levantado en 1930 por Manuel Llerda y su esposa Antonia Caldere, este establecimiento, que se asentó sobre el antiguo molino de la villa (del siglo XVII), se ha erigido en todo un referente en la localidad. Y también en el punto de destino de muchos turistas que llegan hasta aquí atraídos por la fama de sus dulces tradicionales y por el hecho de que forman parte de la famosa Ruta Española del Buen Pan y cuentan con cuatro galardones consecutivos que premian su buen hacer dentro de este sector.

"Desde que mi bisabuelo puso en marcha el obrador, en la familia siempre hemos apostado por el trabajo bien hecho y por mantener la tradición. Y así seguimos, elaborando el pan en el mismo horno moruno de escopeta que usaba él, un horno directo de leña, el único activo que queda en toda la comarca",  explica Adrián José Omella.

El joven insiste en que "como representante de la cuarta generación, ni mi esposa Andrea ni yo queremos industrializar nuestra producción. Apostamos por elaborar los panes como se hacía antiguamente, con un sistema de fermentación muy especial que es el mismo que implantó mi bisabuelo y que nunca hemos cambiado. No lo hicimos ni en aquellos años en los que le decían a mi abuelo que era tonto por no usar fermentaciones más rápidas. No queremos crecer más, porque tenemos ya una producción muy importante, lo único que deseamos es mantener la calidad y que nuestros clientes sigan confiando y disfrutando con nuestros productos", añade.

Nuevas creaciones

Para seguir con la tradición familiar, Adrián se formó en la Escuela de Hostelería de Cambrils y en el Gremi de Flequers de Barcelona, donde aprendió nuevas técnicas que le han permitido innovar tomando como base los productos tradicionales que elaboraron sus antepasados, quienes en los primeros años cocían el pan y los dulces de muchos vecinos a cambio de trueques.

Los fundadores del Horno Llerda.
Los fundadores del Horno Llerda.
H.LL

Él es el último eslabón de una cadena en la que después de Manuel Llerda y Antonia Caldere, tomó el testigo su hija Pilar, quien, junto con su marido José Omella, se hizo cargo del negocio en 1978. A ellos les siguieron su hijo José Manuel y su esposa Rosa María, en 1995. Fue en esa época cuando le dieron un nuevo aire a las instalaciones y las convirtieron en un referente dentro de su sector.

"Tras la reforma venían panaderos de toda la comarca para ver lo que habían hecho. Fue un boom. Además, mi madre recuperó una de las pastas más antiguas de Cretas, la casqueta a la paella rellena de confitura de calabaza y, desde entonces, no hemos dejado de crear nuevas texturas, sabores y productos, como los panetone o las figuras de chocolate en Pascua", explica Adrián, quien recuerda que ellos cultivan las calabazas con las que se rellena la casqueta y que siempre apuestan por productos de la zona, como el aceite de oliva o las frutas y hortalizas que usan para sus dulces.

Aunque cuentan con una web (www.hornollerda.com) donde explican su historia y muestran sus productos, no venden a través del comercio electrónico. "Lo que sí hacemos es enviar pedidos a todos aquellos clientes que han venido al pueblo y que nos conocen", apunta Adrián, quien indica que sus productos también se pueden adquirir en otras tiendas de la comarca, como las ubicadas en Mazaleón, Calaceite y La Portellada, o la del municipio tarraconense de Horta de San Juan.

"Para nosotros también es una gran satisfacción ver que con nuestro negocio asentamos población en Cretas, ya que en la empresa trabajamos en estos momentos seis personas. Es una gran responsabilidad y una satisfacción enorme crear empleo, porque el trabajo es muy estacional y hay épocas del año en las que nos faltan manos y otras en las que vamos más tranquilos", afirma Adrián José Omella.

Además, gracias a Horno Llerda, Cretas ha dejado de ser un lugar de paso para convertirse en un destino obligatorio en la ruta turística del Matarraña. "Nuestro pueblo es muy bonito y está muy bien conservado y nosotros estamos encantados de servir de reclamo para visitarlo", concluye.

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