Una bebida de samuráis que surgió como una afición en pandemia
Adrián Cuadrado produce, de forma artesanal, kombucha de tres sabores –manzana con cúrcuma, granada y jengibre– bajo la marca El Kefitero.
Todo comenzó hace unos años cuando Adrián Cuadrado vio la publicación de un familiar en redes sociales en la que aparecía con unas botellas de una desconocida bebida para él: la kombucha. Su intenso color o quizá su extraño nombre captaron de inmediato la atención del zaragozano que decidió probarlas y hacerse con un ‘kit’ para elaborar esta bebida milenaria, desde su casa en plena pandemia, que ya tomaban los samuráis y que se consigue gracias a la fermentación natural de té verde y azúcar.
Adrián comenzó con la producción de este refresco como un simple pasatiempo de cuarentena y para autoconsumo, hasta que un día decidió ofrecerle a sus conocidos su nueva creación con un resultado exitoso.
Tras esta acogida, trasladó su nueva pasión a internet, con un perfil en Instagram, que ahora cuenta con más de 2.500 seguidores, donde publicaba sus recetas con kombucha y kéfir -también empezó a vender este hongo-. Muchos de sus seguidores comenzaron a interesarse por los productos y preguntar por su compra, lo que le hizo plantearse que hacer con esta demanda. "Empecé a informarme sobre el mercado y si tenía un hueco para esta bebida. Descubrí que, en ese momento, era el único en Aragón que hacía este refresco", cuenta. Es entonces cuando inauguró su marca El Kefitero.
La kombucha es una bebida probiótica que se obtiene a partir de la fermentación de té y azúcar mediante un ‘scoby’, una simbiosis de bacterias y levaduras. Para su creación, primero se extrae la infusión de té verde, procedentes de China y Japón. Después se fermenta, se añade zumo de frutas y el gas. De este proceso Cuadrado destaca que, en su caso, realiza dos fermentaciones, la última para conseguir el gas de la bebida, algo que considera que la "hace más especial".
Aunque en sus inicios contó con la ayuda de un familiar, ahora se encuentra el solo al frente de la fabricación de esta bebida, desde la producción al envasado. Cuenta con una pequeña nave en el polígono zaragozano de Empresarium distribuida en dos zonas, una dedicada a la fermentación y otra de embotellamiento. Allí fabrica sus tres sabores: jengibre, manzana con cúrcuma y granada.
Hasta hace unas semanas, Cuadrado había ocupado la mayor parte de su vida al sector del comercio. Ahora, ha decidido dedicarse en tiempo completo a su nuevo proyecto. También ha trabajado durante en el sector de la alimentación, algo que dice que podría haber contribuido a generar interés sobre la fabricación de este refresco: "He sido cocinero y me encanta la cocina. También mi abuelo fue un gran cocinero en Barcelona, algo ha podido influir en esto", cuenta el zaragozano.
El inicio fue complicado. No fue hasta un año más tarde cuando comenzó a conseguir beneficios a través de este refresco artesano. Ahora, "el balance es muy positivo, ha habido mucho crecimiento e interés. Desde diciembre se han triplicado las ventas", confiesa Cuadrado. La mayoría de las ventas son a través de la tienda ‘online’ aunque también cuenta con 120 puntos de venta físicos en Zaragoza -en la zona Centro y La Magdalena principalmente-, Huesca y Pamplona. "El objetivo es tener un punto de venta de referencia en cada barrio de Zaragoza", explica el artesano.
Adrián además trata de apostar por el comercio justo y de cercanía para la materia prima utilizada. Emplea para su elaboración fruta ecológica, agua Fontecabras -procedente de Jaraba- y azúcar de caña ecológico de comercio justo. También otorga gran importancia a hacer el proyecto sostenible eliminando los plásticos de sus envases y utilizando botellas de cristal.
