"El cierre del lavadero se vive con resignación. Es por fuerza mayor"

Los vecinos del barrio de la Puerta de Soria de Calatayud hablan del cierre del lavadero, ordenado por el Ayuntamiento

María Luisa Hernández, vecina de la Puerta de Soria de Calatayud, en el interior de su casa
María Luisa Hernández, vecina de la Puerta de Soria de Calatayud, en el interior de su casa
Macipe

Las verjas del lavadero del barrio de la Puerta de Soria de Calatayud, zona que ocupa el que fuera el núcleo originario de la ciudad, permanecen inamovibles desde finales de noviembre. Fue entonces cuando el Ayuntamiento, dentro de un primer grupo de medidas de choque contra la sequía, ordenó su cierre. Lo hizo porque el suministro es continúo y no forma parte de un circuito cerrado.

"La gente del barrio no se ha tomado el cierre ni bien ni mal. Lo han asumido más tranquilos, con resignación, porque los motivos son de fuerza mayor", explica la delegada de Alcaldía en el barrio desde hace seis años, Teresa Serrano. Todo ello a pesar de que esta infraestructura se seguía utilizando de forma asidua, no solo por los vecinos de la Puerta de Soria, "sino de más puntos de la ciudad". "Incluso sube gente de San Juan a lavar los paños o en los cambios de temporada, a lavar las mantas y las alfombras", afirma.

Antes de este cierre, el lavadero ya tenía limitado tanto el acceso como la salida de agua. "Al ser un punto en el que durante todo el día está entrando agua nueva, entre las primeras medidas que se tomaron estuvieron los cortes a determinadas horas y el cierre por las tardes", explica Serrano. En otras ocasiones también se había producido algún cierre temporal del lavadero, pero por mal uso del vaso o por vandalismo.

Pilar Moreno, de 73 años y vecina de la Puerta de Soria desde hace cuatro décadas, asegura no recordar nada semejante. "Alguna vez había estado cerrado por avería o alguna cosa así, pero no por la sequía", apunta. Se trata de algo que, en su opinión, "da un ejemplo de la situación" actual.

Así lo afirma desde la puerta de su casa, colindante al propio lavadero, punto que ahora utiliza "menos que antes". "Antes siempre venía, sobre todo cuando me tocaba quitar las alfombras del salón", señala. Toñi Escobedo, otra residente en esta parte de la ciudad y cuya madre utiliza de forma puntual el lavadero, reconoce que "llama la atención" que se haya adoptado esta decisión.

También desde la experiencia habla María Luisa Hernández, criada en allí mismo y que ahora acarrea el bastón para avanzar por las empinadas calles del barrio Verde. "Antes bajábamos muchas mujeres. Yo lo utilizaba para aclarar las ropas", detalla, a la vez que asume que no recuerda que hubiera pasado antes. Asimismo, se queja de que hasta esta zona "llega poca agua, y el calentador no tiene la suficiente presión para calentar el agua de la ducha".

"Hace unos días nos preguntaban que cuándo se abrirá. Ya dije que no se abre hasta nueva orden, porque a este ritmo no vamos a tener ni agua para beber", advierte Teresa Serrano´.

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