Los países de la UE reducen un 30% sus transgénicos mientras Aragón se mantiene a la cabeza

Los estados de la Unión que siguen apostando por esta modalidad solo cultivan entre todos una tercera parte de las hectáreas que acoge la provincia de Huesca.

Campo de maíz de la pasada temporada
Campo de maíz esperando para ser cosechado en la localidad de Almudévar
Javier Blasco

La nueva legislación europea sobre transgénicos, aprobada la pasada primavera, ha servido para acrecentar las diferencias que existen en la Unión sobre la apuesta por cultivar o no organismos genéticamente modificados.


Hace unos días la Comisión Europea informaba de que 11 estados miembro se habían adherido a la nueva posibilidad de vetar unilateralmente el cultivo de transgénicos en su territorio, a pesar de que estos hayan pasado los concienzudos controles de la UE. Una noticia que deja prácticamente sola a España en el uso de los OGM (organismos, genéticamente modificados) en el viejo continente, y por ende a Aragón, que acapara la mayor cantidad de hectáreas del país y algo más de 40% de todo lo plantado cada año entre todos los países miembros.


Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, en Aragón se plantaron el año pasado 54.040 hectáreas de maíz MON810, la única variedad que ha tocado tierra con fuerza tras pasar los controles de la Unión, suma a la que dentro del país solo sigue Cataluña, con 36.381.


En total, todo el territorio español acoge cerca del 92% de la producción europea de maíz genéticamente modificado, porcentaje que ha aupado especialmente la implantación que ha tenido su uso en Aragón, que solo desde 2010 ha llegado incluso a duplicar sus hectáreas.


Por contra, el contraste se acrecienta si se observa la evolución que ha habido en otros países donde se apostó alguna vez por esta variedad y los que lo siguen haciendo. Francia, uno de los 11 estados que esta semana anunció su veto, llegó a plantar más de 22.000 hectáreas en 2007; mientras que en el resto de la Unión los países que han seguido utilizando los OGM (Portugal, Rumanía, Eslovaquia y República Checa) han reducido sus cultivos en más de un 33% en cuestión de tres años, hasta acoger entre todos apenas 11.479 hectáreas. Una tercera parte de lo que tiene en la actualidad solo la provincia de Huesca.La plaga del taladro, el principal motivo del auge de su uso en Aragón


Pero si la mayoría de los países miembros han ido restringiendo el cultivo de transgénicos... ¿por qué Aragón sigue manteniendo todas sus hectáreas? El principal motivo hay que encontrarlo en la plaga del taladro, un gusano que asoló durante años el valle del Ebro y que hizo que la llegada de los OGM se acogiera con especial interés.


Sin embargo, en los últimos años, también han sido varios los grupos y asociaciones de agricultores que se han posicionado en contra sin usar exclusivamente los argumentos ecologistas, sino basando su postura en el ámbito económico.


La cooperativa Joaquín Costa de Binéfar lleva varios años apostando por el maíz convencional que, vendiéndolo para consumo humano -los transgénicos en Europa van destinados al pienso animal- consigue sacar entre nueve y diez euros más por tonelada. “Nosotros llevamos tiempo evitando el taladro y otras plagas jugando con los tiempos de la cosecha y los métodos naturales. Requiere más tiempo y más dedicación, pero el mercado te lo recompensa”, explica Juanjo Mallén, vicepresidente de esta cooperativa.


Además, varios grupos de ecologistas como Amigos de la Tierra o Ecologistas en Acción han denunciado en varias ocasiones que los datos que ofrece el Ministerio sobre el cultivo de transgénicos -realizados en función del número de semillas vendidas- no se ajustan a la realidad. De hecho, el año pasado en una respuesta escrita a Amigos de la Tierra la propia DGA informaba de que, según sus registros, basados en las declaraciones de la PAC, la superficie podría ser hasta casi la mitad.


Por contra, los defensores de los cultivos transgénicos basan sus argumentos en la gran fortaleza que presentan a la mayoría de plagas. En concreto, la Fundación Antama, dedicada a la promoción de las nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura, el medio ambiente y la alimentación, lleva desde su creación reclamando una mayor implantación de los transgénicos. En su último informe '15 años de maíz biotecnológico', la fundación explica que el cultivo de BT ha conseguido reducir las importaciones de maíz en España en más de 853 mil toneladas desde 1998, evitando las pérdidas por plagas y mejorando la producción del cultivo.


Por su parte, la DGA ha mantenido en los últimos ejecutivos la postura de dar libertad para que cada agricultor o empresa apueste por los transgénicos o no, partiendo de la base de que los controles que impone Europa para autorizar cualquier variedad modificada son lo suficientemente estrictos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión