El repunte del chabolismo obliga a reactivar el plan municipal para erradicar asentamientos

El año pasado se localizaron seis nuevos campamentos en los que malvivían 166 personas.

El repunte del chabolismo obliga a reactivar el plan municipal para erradicar asentamientos
El repunte del chabolismo obliga a reactivar el plan municipal para erradicar asentamientos

Una decena de caravanas, con tendederos e incluso una cabra atada a un árbol, conforman un campamento detrás de una gasolinera situada en frente de la Academia General Militar. Debajo del puente que cruza el Huerva, junto al Alberto Maestro, varias sábanas dividen el espacio en habitaciones improvisadas y una mesa y varias sillas desvencijadas dan la impresión de sala de estar. Hasta hay una tetera y varias tazas que se intuyen utensilios de desayuno o sobremesa, en mitad de la ribera. Y el caso que publicó ayer este periódico de una familia de etnia rumana que sobrevivía debajo del puente del Emperador Augusto.

Estos son algunos de los asentamientos chabolistas que han resurgido después de que el Ayuntamiento de Zaragoza eliminara seis el año pasado. Aunque en su momento el Consistorio aseguró haber erradicado el chabolismo de la ciudad, las medidas no fueron permanentes.


Cierto es que, desaparecido el gran campamento próximo a la Intermodal, en el que malvivían cerca de 30 familias, el descenso fue notable. Pero a día de hoy, este tipo de campamentos vuelven a proliferar en puntos concretos de la ciudad. Durante el 2014 se detectaron 16 familias nuevas que habitaban en lo que se conoce como infravivienda. Entre todas ellas se contabilizaron 166 personas malviviendo en condiciones indignas.


Entre las nuevas localizaciones se encuentra el camino de Los Leones, en San Gregorio, a pocos metros de la verja de la zona militar. Allí había un asentamiento solitario del que hoy solo quedan rescoldos y un árbol calcinado, ya que al parecer el miércoles se incendió, según comentaron fuentes militares. Pero ayer aún se podían ver muebles viejos y los restos calcinados de lo que parecía una estructura levantada a modo de techo. En la misma zona de paseo de Echegaray, pero en la desembocadura del Huerva, hay habitáculos para ocho y siete personas. Debajo del puente de Hierro, en la parte de La Jota, vivía un hombre que disponía hasta de microondas, cocinilla y cubo de la basura, para que el camión pudiera recoger los desperdicios. Y a lo largo de la avenida de Cataluña hay varias infraviviendas que consiguen electricidad de empalmes en las farolas o los postes de luz.

"Es otra forma de vida"

A los miembros de los seis asentamientos desalojados se les ofertaron estancias concertadas en el albergue municipal, pero en pocas ocasiones los transeúntes aceptan vivir en estas instalaciones. El director del albergue, Gustavo García, señala que no son gente sin techo, es "otra forma de vida".


"Los chabolistas viven en grupos con similitudes étnicas o en familia –explica García–, son nómadas y no pasan por el albergue". Hay excepciones, como sucedió con una chica que se puso de parto y necesitó asistencia médica. "Estuvieron los días justos y enseguida se marcharon", precisa el director de la instalación municipal. "Hay que trabajar con ellos de forma diferente", sentencia. El nuevo gobierno de Zaragoza ha puesto en marcha un plan contra el chabolismo que sigue con las líneas que han guiado las actuaciones contra la infravivienda hasta ahora. Fuentes municipales explican que, más allá de estas directrices, no se sabe por dónde se continuará. El plan actual se centra en evitar que proliferen los asentamientos chabolistas pero, también, hace hincapié en el cambio de hábitos de vida a través de un trabajo educativo con la colaboración de entidades como Cáritas.


Desde el Consistorio y el albergue se recuerda que, en Zaragoza, por su localización, siempre ha habido mucho transeúnte y las administraciones "cuentan con una experiencia de décadas" luchando contra el chabolismo.

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