No se perdió la cita el arquitecto Heliodoro Dolls. "Hace 40 años puse ladrillos gracias a mucha gente que me ayudaba y a la Virgen. En absoluto pensaba que lo que hacíamos iba a ser lo que es hoy", comentó. "El encargo eran unos dormitorios al lado de la ermita, pero San José María me pedía más cosas, una iglesia más grande, más confesionarios, aunque me quitó el centro comercial y de restaurantes proyectado porque quería que se beneficiaran de Torreciudad los pueblos de alrededor", recordó.

El pueblo que más se ha beneficiado fue El Grado. Su nueva alcaldesa, Laura Puyal, aseguró que "Torreciudad es un hito en la historia de El Grado". "Nos ha situado en el mapa y vienen a vernos de Filipinas, EE. UU., Canadá... y de toda España. Allí donde vayas dices que eres de El Grado y ya saben donde está por Torreciudad", dijo la primera edil.

El impacto podría ser mayor para Barbastro, ciudad natal del fundador del Opus Dei, como recordó ayer el concejal del PAR Javier Betorz al reivindicar de nuevo la construcción de un centro internacional sobre Escrivá de Balaguer para atraer a parte de los fieles que van al santuario.

Otro de los alcaldes presentes fue el de Fonz, de donde eran los abuelos paternos de San José María. Toño Ferrer acudió con concejales, trabajadores municipales y vecinos vestidos de personajes de su Feria del Renacimiento. Estuvieron los templarios de Monzón, los danzantes de Graus, actores de la Morisma de Aínsa, joteros de Aires Monegrinos, los tambores de la Semana Santa de Barbastro, alfombras florales del Corpus de Tamarite, los talleres astronómicos de Huesca, y productores agroalimentarios.

A las 12.00, la iglesia del santuario se quedó pequeña. Una multitud de fieles, parejas que se han casado en estos 40 años, vecinos del entorno y de varias nacionalidades, asistieron a la misa cantada por el coro de Huesca Diego Pontaca. La presidió moseñor Ángel Pérez junto al vicario de la Prelatura del Opus Dei Pablo Lacorte, el nuevo rector del santuario, Javier Cremades, y su antecesor, Javier Mora.