La amnistía queda amortizada

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la inauguración de la IV edición del foro ‘Fondos Europeos’, en el Auditorio El Beatriz, a 16 de mayo de 2024, en Madrid (España). La cuarta jornada del foro se desarrolla bajo el título [[[EP]]]
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Eduardo Parra

La amnistía como argumento mayor de la brega política está ya amortizada. Después de nueve meses de áspera polémica y de no sé cuántas movilizaciones para intentar detener el agravio, a estas alturas la ley de amnistía ya nos la hemos comido. 

A unos les ha sabido a sapo y a otros, según dicen, a jamón; pero ya está hecho. Bueno, salvo sorpresa, porque la ley aún no ha sido aprobada, ¡ojo! La cuestión de la amnistía, sin duda, ha desgastado al Gobierno y al PSOE; mucho, tal vez muchísimo. Pero el propio tema también se ha gastado. Y, con razón o sin razón, Sánchez puede presentar el resultado de las elecciones catalanas como prueba de que ha conseguido hacer, como dijo, de la necesidad virtud. Esto no quiere decir, naturalmente, que la amnistía haya dejado de ser un disparate político total. Lo es y lo será siempre, un disparate y una indignidad para España y para el Estado de derecho. Y es seguro que su aplicación no dejará de provocar tensiones y polémicas secundarias más o menos intensas. Pero habrá que pasar página y me parece que incluso en el PP se han dado cuenta y están en ello. En buena medida, Sánchez ha pagado ya el precio, en descrédito político y personal, que indudablemente tenía que pagar y ahora entra en fase de recuperación, de volver a ganar terreno, como los rusos en Ucrania. O al menos eso es lo que va a intentar: pasar a la ofensiva. No sería la primera vez que consigue salir del rincón en el que estaba acorralado y dejar a sus adversarios con dos palmos de narices. Palestina va a ser una de sus bazas. La economía, otra. Ya dice que vamos, en lo económico, "como un cohete", alarde que le da tres vueltas y media al "España va bien" de Aznar o a los "brotes verdes" de Zapatero. De momento cuela, pero quizás tenga fecha de caducidad, porque el 1 de enero entran en vigor las reglas fiscales de la Unión Europea y habrá que atar en corto el gasto público. Y los recortes no quedan bien en el expediente de un gobierno progresista.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Víctor Orcástegui en HERALDO)

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