Redactor jefe de Aragón en HERALDO DE ARAGÓN

¿Pasar página?

El expresidente de la Generalitat de Cataluña y candidato de Junts a las elecciones catalanas, Carles Puigdemont, interviene durante un acto de campaña, en Jean Carrère Space, el 1 de mayo, en Argelès (Francia).
El expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, durante un acto electoral.
Glria Sánchez / EP

De la ensalada de cifras que acompaña a cualquier proceso electoral, hay una que permite poner el termómetro en el sentir colectivo. En las elecciones catalanas de este domingo, un 42% de los electores decidió no votar, uno de los porcentajes más altos de su historia. El hartazgo tras 10 años de procés, en los que una mentira se superponía a la anterior, ha eclosionado en estos comicios en los que el pueblo catalán ha dado la espalda al independentismo, que cae al pozo de su propio fracaso.

Y lo ha hecho por una sencilla razón: Cataluña no funciona. No logra resolver sus problemas sanitarios, educativos, hídricos o de transporte, mientras pierde empresas y competitividad económica. Un Madrid pujante gana la batalla a una Generalitat que vive en la engañifa y el esperpento. La independencia para la mayoría (eso han dicho las urnas) es ya un cuento chino. La sociedad catalana ha decidido pasar página a una de las décadas más desgraciadas de su historia.

Pero otra cosa bien distinta es que el procés, en sí mismo una forma de entender la política, haya muerto. Solo unas horas después de que la ciudadanía haya dicho que ya vale, los partidos que condujeron al abismo a todo un pueblo confirman que todavía es posible una vuelta de tuerca más.

El expresidente Carles Puigdemont, que si tuviera dignidad política seguiría el mismo camino de Pere Aragonès, se ve capaz de gobernar una Cataluña en la que el PSC, PP y Vox suman mayoría. Detrás del órdago hay mucho de táctica, en el marco de la guerra intestina del independentismo, pero también subyace un profundo desprecio democrático. ERC, abocada a una crisis interna que ya supura, solo se moverá por supervivencia.

¿Salvador Illa será ‘president’? Si lo es, lo será sometido a las urgencias del secesionismo y con su propia estabilidad conectada a la de toda España. Si antes la soga del independentismo tiraba del Gobierno de Pedro Sánchez, hoy lo hace con más fuerza. El escenario de bloqueo, ingobernabilidad o incluso vuelta a las urnas ha subido el telón. Cataluña quiere pasar página. Otra cosa es que le dejen.

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