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La senda de Izarbe, un plan de naturaleza y arte con niños en el Alto Gállego

Es una ruta circular sencilla con salida desde la localidad de Caldearenas. Durante el paseo, las simpáticas pinturas acompañan al caminante para hacer las delicias de los más pequeños

La senda de Izarbe sale desde el caso urbano de Caldearenas
La senda de Izarbe sale desde el caso urbano de Caldearenas
Laura Uranga

Recorrer la senda de Izarbe es uno de los planes más populares del Pirineo para realizar con niños. Transcurre por las inmediaciones de la localidad de Caldearenas, en la comarca del Alto Gállego. Es una ruta sencilla, de unos diez kilómetros y una duración de dos horas sin paradas. No tiene apenas desnivel y está perfectamente señalizada, lo que la hace apta para todas las edades.

Además, esta senda tiene una peculiaridad y es que, en el camino, aparecen ciervos, indios, dinosaurios o reptiles. No son reales, sino que se trata de la decoración con la que en 1999, cuando se inauguró la ruta, la artista local Maribel Rey adornó este paseo. El entorno fue repintado posteriormente, en 2012, y hace unas semanas se ha vuelto a actuar sobre él. En concreto, se han rehabilitado algunas de las intervenciones ya existentes y se han creado otras nuevas, para mantener y ampliar el atractivo artístico de esta ruta.

El camino discurre por la cabañera, el antiguo paso de ganado que unía Caldearenas con la vecina población de Anzánigo. Antes de que hubiera carreteras de asfalto, esta senda, que estaba libre de vegetación, se empleaba por caminantes y también por los pastores con sus rebaños. El punto de partida está en las pistas deportivas del pueblo, en dirección a la ribera del Gállego. El primer tramo discurre por la orilla del río hasta cruzar un puente que salva un pequeño riachuelo (el río Matriz). Después, se pasa por un túnel de piedra bajo las vías del tren, experiencia que para los niños es ya toda una aventura.

Justo al salir del túnel aparecen las primeras manifestaciones pictóricas de la senda de Izarbe. Todas estas decoraciones están integradas en el paisaje, plasmadas en las rocas o en los robles que componen el bosque por el que discurre.

Arte, naturaleza, paisaje y valores etnográficos conviven en esta ruta que se puede hacer todo el año, aunque las mejores estaciones para disfrutarla en todo su esplendor son la primavera y el otoño.

Además de los iconos y personajes que hay retratados en los elementos naturales de la senda, resaltan los colores vivos como rojos, amarillos y verdes, así como los blancos, que se integran en el paisaje para potenciar las formas de las rocas. Entre los personajes, se hace alusión a la vida pastoril y agrícola que en tiempos predominaba en estas tierras pirenaicas.

Las recomendaciones de los autóctonos es recorrer la senda de Izarbe en silencio, para poder así conectar con la naturaleza y apreciar los sonidos que ofrece el espacio que rodea este camino. Además, el atractivo de la ruta radica en que no cabe una única interpretación, sino que para cada caminante las impresiones de lo que ve mientras anda serán diferentes y todas estarán bien.

La senda finaliza en un descampado con una gran letra ‘s’ formada con piedras en el suelo. En este punto se ubica el Centro de Interpretación de la Vida Pastoril, un espacio que ocupa los dos antiguos refugios de pastores. En su interior, se explica de manera didáctica la vida de estos, en varios paneles interpretativos. Suele estar cerrado y para visitarlo hay que contactar previamente con el Ayuntamiento de Caldearenas.

Aprovechando el paso por este pueblo oscense, se puede visitar también la antigua fábrica de harinas de La Dolores. Se trata de una vieja harinera que estuvo en funcionamiento desde 1925 hasta 1986. Pese a haber pasado tantos años en desuso, la factoría está muy bien conservada, incluida la maquinaria de madera, que permite al visitante trasladarse a la época en la que estos mecanismos, entonces revolucionarios, sustituyeron a los molinos tradicionales.

Una de las intervenciones artísticas que se pueden encontrar durante la ruta
Una de las intervenciones artísticas que se pueden encontrar durante la ruta
Maribel Rey

Una versión extendida de la ruta

La excursión por la senda de Izarbe se puede hacer algo más larga si, una vez llegados al descampado que marca el final del camino decorado, se cruza el río, en dirección a Javierrelatre. Pronto se alcanza la central hidroeléctrica que anuncia, tras una subida, que este pintoresco pueblo está próximo. De su casco urbano, destacan el museo en honor al pintor oscense Leoncio Mairal, así como la iglesia de San Salvador.

Tras dejar atrás las pronunciadas calles en cuesta del pueblo, una larga pista conduce hasta el canal que procede la central de Jabarrella. El conducto termina en el río Gállego, tras mover previamente las turbinas del complejo hidroeléctrico. Desde este punto, el regreso a Caldearenas no tiene pérdida, siguiendo el último tramo por un camino que discurre en paralelo al río.

Si se opta por esta versión extendida de la senda de Izarbe hay que tener en cuenta que la distancia asciende a doce kilómetros con un desnivel acumulado de casi 300 metros. La duración estimada de la actividad, en este caso, es de unas tres horas y media caminando, sin tener en cuenta las paradas.

Caldearenas se encuentra a 55 kilómetros de Huesca y en coche el trayecto es de unos 40 minutos. También se puede llegar hasta allí en tren o bien dejar el vehículo estacionado en el aparcamiento para emprender la marcha a pie. Las primeras señales que indican la senda de Izarbe aparecen en seguida, una vez pasado el bar-restaurante y girando a la derecha.

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