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Las ermitas de Tella, una caminata celestial

El predicamento de estos tres templos en el monte de Tella convive con el centro de interpretación de la Magia y Etnobotánica, llamado Museo de la Bruja

El municipio de Tella-Sin tiene su corazón a pie de carretera, en Lafortunada, lugar de paso desde y hacia Francia que cuenta con su curioso homenaje a la electricidad. Para acercarse a la localidad que da nombre a la primera parte del nombre compuesto municipal hay que tomar un desvío a la altura de Hospital y subir ocho kilómetros de revirada ruta hasta Tella. Dos kilómetros antes se puede tomar un desvío hacia Arinzué, Lamiana (muy recomendable la parada técnica aquí, en el restaurante de comida casera Lamiana) y Revilla, con sus espectaculares miradores hacia la garganta de Escuaín y otras maravillas del Parque Nacional de Ordesa.

En Tella hay una posibilidad paseante de disfrute generalizado que, para el creyente está además llena de fervor religioso. Se trata de la llamada ruta de las ermitas. “Viene gente durante todo el año, no es una caminata complicada –explica Bely Sesé, vecina de Tella– y en verano se hacen visitas guiadas con el Parque Nacional dos veces por semana”. También hay mucha curiosidad por conocer la cueva del Oso, que desde Tella supone un recorrido de 15 minutos en coche y otros 15 andando, aunque actualmente su interior no es accesible. Por su parte, también se pueden pautar visitas a la cueva del Coro Trásito, en la que se hallaron hace algo más de un lustro vestigios de la edad de Bronce y cerámicas del Neolítico. Se trata de uno de los yacimientos prehistóricos excavados a mayor altitud de España. La curiosidad sobre ambas cavidades y el modo de conocerlas puede saciarse en el 608 104 525 y el correo info@cuevadeloso.com.

Volviendo a las ermitas de la ruta, son tres; la primera visitable desde el pueblo por un hermoso sendero que parte desde la trasera de la parroquia es la ermita de San Juan y Pablo, del siglo XI. “El año pasado –recuerda Bely– celebramos su milenario; la siguientes es la de la de la Peña, del siglo XIII, y acabamos en la de Fajanillas, del XVI. A la primera se llega en 20 minutos andando”. las siguientes llevan aproximadamente media hora cada una, con un leve ascenso; desde arriba hay grandes vistas al valle y la garganta de Escuaín, además del valle del Cinca.

En cuanto a los museos de Tella, es muy interesante el dedicado al Oso, por su doble vertiente zoológica y de interpretación del uso de las cavernas. También está el popular Museo de la Bruja, que versa sobre la tradición de magia y etnobotánicas del Alto Aragón; es muy pequeño y este año ha permanecido cerrado, pero responde al hecho de que Tella fuese uno de los lugares preferidos por las brujas para celebrar sus aquelarres y hechizos.

La ruta de las ermitas y el dolmen prehistórico

Un bagaje eléctrico

En Lafortunada, el hotel y restaurante Badaín es el epicentro de la actividad turística, junto al Museo de la Electricidad (situado sobre el casino del pueblo) y las espectaculares piezas escultóricas y reales de gran tamaño, alusivas a la central hidroeléctrica que se esparcen por el pueblo. Desde el hotel arrancan actividades de turismo diferente como la Moto Perdido Extrem, un recorrido de 431 km por carreteras francesas y españolas, de 2.472 curvas, además de la excursión Colosos Pirenaicos y una más alejada del entorno, Guara Xtrem.

El dolmen, las increíbles vistas desde Revilla, Sin y el malo Silván

El dolmen de Tella es una de las construcciones megalíticas más populares de todo el Pirineo; data del Neolítico y tiene carácter funerario. La primera visita suelen arrojar del aragonés un comentario somarda, pues no es demasiado grande, pero sí llamativo y bien conservado. Se le conoce igualmente como Losa La Campa o Piedra Vasar, y está a menos de un kilómetro de Tella, a la izquierda de la carretera que sube al pueblo desde la A-138. Una vez dejado el vehículo en uno de los dos huecos hábiles en el arcén boscoso, solamente hay que seguir un sendero de 100 metros (debidamente señalizado) que conduce a la pradera del dolmen. Tiene una losa de cubierta y otras seis losas verticales; su abertura se orienta al sureste.

El dolmen tuvo durante muchos años un uso agrícola, ya que se guardaban allá los aperos de labranza; sin embargo, el inicio de unas excavaciones arqueológicas a mitad del siglo pasado arrojaron un hallazgo en forma de osario y un punzón, que llevaron a la protección del espacio.

“El dolmen es famoso, desde luego –explica Bely Sesé– pero ya no está solo; se ha descubierto recientemente otro y el próximo verano esperamos que quede habilitada una senda para conectar ambos de manera sencilla; el segundo está más metido en el monte, pero no demasiado lejos”.

Revilla y la cueva de Silván

Los miradores de Revilla son una maravilla, y vaya por delante el perdón por el doble pareado facilón. Triple, porque simplemente lo son. Se trata de un paseo accesible para todo tipo de andarines, que parte del pueblo del mismo nombre; es de cuatro kilómetros y desnivel de apenas 200 metros en total, que puede hacerse tranquilamente en hora y media. La vista de las Gargantas de Escuaín quita el hipo. Con un poco de suerte, además, puede verse algún quebrantahuesos; estos son sus dominios predilectos.

Existe otra visita algo más exigente: la cueva de Silván. Se llega por la pista que conduce a la zona de escalada de Devotas. “Es bonita, pero hay que asegurarla; tiene cierto riesgo –explica Bely– si no se es un caminante habitual”. Tiene su leyenda el lugar: Silván era un gigante que vivía en su cueva inaccesible para el resto de los mortales, y se dedicaba a robar a viajeros y raptar mujeres. Una de sus víctimas, Marieta, logró escapar, y los vecinos acabaron engañándole con un cuenco de leche envenenada para librarse de él.

Hay más: el término da para mucho. Sin, el orgulloso segundo nombre del municipio, dista 27 kilómetros de Tella; para llegar hay que bajar a la A-138 y tomar el desvío desde Salinas. Su pequeño casco urbano reserva sorpresas como las casas señoriales de El Torrero (siglo XVI) o Casa Puche, con su torreón. La iglesia de San Esteban también data del XVI, y en su interior está el museo Pedro Falceto, además de una cripta restaurada y la momia del propio Falceto, llamado Tiburcio entre sus pares y cuya vida se detalla profusamente en el lugar. Por último, a media hora del pueblo está el molino, magníficamente restaurado.

La Posada de Silván, un templo del buen comer en el corazón de Tella

Las primas Lourdes, Elena y Bely Sesé fundaron hace tres años La Posada de Silván. Bely vive en Tella y sus primas en Lamiana. “Veíamos que un lugar así era una necesidad en Tella, por el gran número de consultas que nos hacían los turistas: trabajamos en el Parque Nacional. Esto era una cuadra de vacas con una pequeña era; decidimos arreglarla y montar un bar, que poco a poco fue creciendo; de bocadillos y hamburguesas pasamos a restaurante con uso productos de la zona, tienda y dos apartamentos de cuatro personas en la planta superior. La vista es una maravilla, los atardeceres son increíbles. Nos sumamos al proyecto Vignerons de Huesca y tenemos mermelada de Javierre, de la Marmita, quesos de Bal de Broto y Saravillo… la cerveza Rondadora que nos hace una variedad solamente para nuestro local. La verdad es que viene gente, y se van contentos. Es una gozada”.

TELLA-SIN

Comarca. Sobrarbe.

Cómo llegar. Desde Huesca, su capital de provincia, hay 126 kilómetros por la E-7 hasta Sabiñánigo, la N-260 hasta Aínsa y la A-138 con desvío en Hospital hasta destino.

Dónde comer y dormir. En Tella, La Posada de Silván para el reposo y aplacar el hambre. En Lafortunada, el Badaín. En Lamiana, el hostal Lamiana. Casa Ramón en Sin, Casa Rubén en Hospital

Núcleos. Tella, Sin, Lafortunada, Hospital, Salinas, Arinzué, Lamiana, Miraval, San Marcial, Badaín, Revilla, Cortalaviña yEstaroniello.

Fiestas y ermitas. La iglesia parroquial de Tella se consagra a San Martín: El 1 de septiembre se celebra San Gil, y se va en romería a la ermita de Fajanillas; el tercer domingo de julio, a la de la Peña y el 26 de junio a San Juan y Pablo.

Historia. El municipio se formó en la década de los 60 con la unión de los municipios de Tella y Sin-Salinas. El centro neurálgico, no obstante, se fijó en Lafortunada, con más población debido a la central hidroeléctrica albergada en sus dominios.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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