Un 30% de la población padece alergia y cada vez se da en personas más jóvenes

La combinación de contaminación y cambio climático "hace más agresivo" el alérgeno.

La primavera es un momento álgido, pero las alergias están presentes todo el año
Un 30% de la población padece alergia y cada vez se da en personas más jóvenes

Un 30% de la población padece algún tipo de alergia, según los cálculos del Servicio de Alergología del Complejo Asistencial de Soria, que también advierte de que los casos "cada vez se dan en gente más joven"; quizá porque "los estudiamos antes", quizá por otras circunstancias ambientales, como la contaminación y el cambio climático, influyen sensiblemente. Esta combinación, especifica Jonatan Vicente, del Servicio soriano, "hace más agresivo al alérgeno", pues, por ejemplo, "el polen unido a la contaminación es una molécula diferente".


En Soria esta reacción quizá sea menos violenta porque "no estamos en una zona de mucha contaminación"; sin embargo, "sí hay mucha vegetación", lo que influye en una notable proliferación de pólenes a lo largo del año que desencadenan las reacciones. En estos momentos las cupresáceas (sobre todo el ciprés, aunque también las arizónicas y sabinas) están "en la primera fase de polinización" y ello se aprecia no solamente en las "puntas amarillas" de las hojas de los cipreses, sino en que los alérgicos y quienes ‘debutan’ en este tipo de reacciones "notan los síntomas".


En esta época del año esta sintomatología puede quedar camuflada por la de los procesos catarrales, pues para el paciente suele ser "muy complicado" de distinguir entre una u otra dolencia, sobre todo si aún no se ha confirmado que uno es alérgico; "a veces se confunden porque también a veces se solapan", admite el especialista en alergología e inmunología. La diferencia principal entre una patología y otra suele ser la fiebre, que no aparece en pacientes con alergia, así como tampoco lo hace ese característico dolor muscular que acompaña a los estados febriles. En todo caso, lo importante es no esperar mucho a saber si es una reacción a un alérgeno para "no agudizar" el proceso, pues la evolución de la alergia es "crónica " y cada vez el paciente va creando más defensas.


En cuanto a los síntomas más frecuentes por pólenes, describe el doctor Vicente, son tener los ojos rojos, lagrimeo, hidrorrea nasal, taponamiento nasal, picor en el paladar, tos, estornudos, fatiga e, incluso, sibilancias pulmonares. De hecho, afirma, "cuando llega la primavera algunas personas están agotadas", algo que nada tiene que ver con la astenia primaveral, un trastorno de origen incierto que se asocia al cambio de estación.


Por el momento los pólenes de invierno están comenzando a provocar la sintomatología típica de estos alérgenos ambientales. Las previsiones sobre lo que acontecerá en primavera, cuando estos procesos suelen ser más ‘explosivos’, todavía son ignotas, pero todo depende de la "combinación de lluvias y sol", algo a lo que están muy atentos quienes padecen este tipo de alergia.


Las más frecuentes son las alergias ambientales, originadas por múltiples sustancias o condiciones ambientales, como las relacionadas con los pólenes, los ácaros y el epitelio de los animales, principalmente. La piel y las vías respiratorias, al ser la primera zona de contacto con los alérgenos, son los dos órganos que con mayor frecuencia sufren reacciones alérgicas. Las ambientales suelen ir acompañadas de rinoconjuntivitis (la inflamación de la mucosa nasal) y asma (la inflamación de los bronquios).


Del mismo modo hay un sinfín de reacciones a otros elementos, como a los medicamentos, a los alimentos y a las picaduras de insectos. En este caso las manifestaciones pueden aparecer simultáneamente implicando a distintos órganos (piel y mucosas, vías respiratorias, tracto digestivo, etcétera) y conformando un cuadro con síntomas generalizados. Las reacciones generalizadas más intensas y de presentación inmediata tras la exposición al alérgeno constituyen una urgencia médica dada su potencial gravedad.


El tratamiento alergológico por excelencia es la inmunoterapia con extractos alergénicos, comúnmente conocida como ‘vacuna de alergia’. Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, "la inmunoterapia es el único tratamiento específico capaz de modificar el curso natural de la enfermedad, consiguiendo que ésta mejore o desaparezca". Consiste en la administración de concentraciones progresivamente crecientes de un alérgeno, hasta alcanzar una dosis máxima preestablecida, que se puede mantener durante un periodo aproximado de tres a cinco años. No obstante, también existen medicamentos que, siempre bajo prescripción médica, deben tomarse para mitigar los efectos de estas patologías.