Caminas por la calle y de repente algo llama tu atención. Click. La cámara de fotos de tu teléfono móvil se dispara automáticamente tras detectar que esa escena que acaba de impregnar tu retina te ha hecho sentir bien y merece la pena ser recordada. Aunque puede parecerlo, no se trata de un fragmento sacado de la película 'Matrix', sino del resultado de la colaboración entre la investigadora japonesa Yasue Mitsukura, experta en el procesamiento de bioseñales de la Universidad de Keio, y la compañía Neurosky. La neurocámara, como han bautizado sus creadores al original invento, funciona gracias a un algoritmo desarrollado por Mitsukura que analiza las ondas cerebrales de nuestro órgano pensante para valorar el grado de interés y cuánto nos gusta lo que vemos.

Concretamente, el dispositivo puntúa nuestro interés por cualquier escena que captan nuestros ojos del 0 al 100. Y toma imágenes de todos los acontecimientos que superen los 60 puntos. Para funcionar, incorpora un sensor de ondas cerebrales con aspecto de auriculares, bastante discreto de llevar. Y como para la creatividad no hay límites, no contentos con que la cámara escoja qué fotografías nos interesan, sus creadores quieren ir más allá y ya hablan de incorporar en el futuro una función de 'efectos' que automáticamente incorpore filtros a la imagen acordes con la emoción que ha hecho que se dispare la cámara. ¿Grises para las instantáneas tristes? ¿Tonos sepia para las que nos generan melancolía? ¿Colores más saturados y vivos para las escenas felices? Todo es posible.