En el exterior de un hospital de California, un médico de urgencias llora desconsolado sobre un muro de hormigón tras perder a un joven de 19 años. Otro sanitario, compañero de profesión, captura la escena y -con permiso de este- la comparte en redes. La tierna fotografía acaba siendo un fenómeno viral, aunque su protagonista -minutos después de tomarse esta imagen- debe volver a entrar "con la cabeza bien alta" para atender al resto de pacientes que lo demandan.

La emotiva imagen ha avivado el debate sobre la práctica clínica profesional y la empatía médica que tanto valora el paciente. Así, en un artículo publicado recientemente en el portal IdealMedicalCare.org, 'Physician Bullying: Not Allowed to Cry', los expertos denuncian cómo la profesión castiga a quienes hacen explícito ese duelo compartido que en un afán por ocultarlo empuja a muchos profesionales a la bebida, al consumo de drogas e incluso al suicidio. 

Para sus compañeros de profesión, el hombre de la fotografía es hoy un "héroe moderno", el psiquiatra que se permite llorar a escondidas y que recobra la compostura cuando entra de nuevo en consulta. 

La sociedad -y en este caso, también la propia práctica clínica- se encargan de imponer a los hombres un cuestionable "veto" social que les impide llorar. Sin embargo, esta imagen convertida en viral honra a quien tiene el valor de hacerlo, aunque todavía sea a escondidas.

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