Nuestra campana

XII Concurso de relato breve de Heraldo
XII Concurso de relato breve de Heraldo

¡DOONG! La cercanía de la majestuosa campana, rebosando energía sonora, acabó con mi sueño febril. Barro, fuego, bronce, cobre y estaño en exacta proporción, su sonido inundaba el reino entero. El golpe del badajo despertaba en ella inquietantes notas graves, sonido fúnebre, luego pavoroso silencio. Débil, aturdido, atisbé el saco y recordé el mensaje del abad. En su interior y a pesar de la lobreguez de la estancia, sobresalían algunas esferas. Los nobles abusaban de sus labriegos, hurtaban el diezmo real y Aragón se desangraba en luchas fratricidas. Ramiro, pusilánime en apariencia, no había reblado esta vez.

La puerta se abrió y desfilaron los caballeros, pálidos, temblorosos. El verdugo les acababa de obsequiar con la macabra representación de un ajusticiamiento múltiple. Armado con una hoz gigantesca, había rebanado con precisión lo que sobresalía de nuestro granado huerto. Abrí el saco y ahí estaban; orondas, coles de Huesca para el gélido invierno, duro como nuestra campana.

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