El gorjeo de las pajaritas
Ramón, como cada mañana se sentaba en su taburete manchado de pinceladas de acuarela mientras leía la prensa junto a su perro Tobi, el cual se subía a su regazo levantando sus espigadas orejas.
Tras la lectura le colocaba la correa y el bozal al perrito, pero éste se negaba a salir, no le complacía que le coartasen la libertad, Ramón le explicaba que lo exigía la normativa municipal, pero tal era la negativa de Tobi que tuvo que optar por pintárselo. Un día cuando retornó de la caminata su hija le dijo:
-¡Papa, los canarios están tristes!
-¡Tienes razón hija!, ya no trinan.
Ramón con mirada indolente abrió la puertecita de alambre de la jaula y en su interior colocó unas pajaritas de papel.
Pero el destino a veces se ríe, y fue esa mente que proclamaba la libertad la que le llevó a él tras las rejas.
Hoy en el silencio de la noche todavía se escucha el susurro de la piel envejecida de las paredes de la casa de Ramón que claman: -Siempre hay una Lotería que no dejará tu Tierra sin pan.