Irrelevancia

Como era previsible tenía frío, pero un frío extraño, como nunca antes había sentido. En un primer momento solo conseguí ver el blanco, casi nuclear, del techo pero un segundo después me di cuenta de que mi esfuerzo por erguirme era tan baldío como innecesario, puesto que de pronto podía ver cualquier cosa con el único requisito de pensar ella.

Había imaginado tantas veces este momento que reconozco que en un primer momento me sentí incluso a gusto con esa sensación tan furtiva de poder oír sin ser oído.

La gente se movía de un lado al otro. Cada uno en una dirección elegida al azar pero todos parecían haberse puesto de acuerdo en ignorar mi presencia, en teñir de una insultante rutina aquel momento, en estropear mi fiesta.

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