Limusinas, un capricho sobre ruedas

Salidas de cine. Es lo que se ofrece con las limusinas de alquiler en Zaragoza. La crisis apenas les hizo mella: el lujo atrae, aunque sea solo para un rato.

El interior de una de las limusinas que hay en Zaragoza
Limusinas, un capricho sobre ruedas
Asier Alcorta

Se han convertido en piezas de colección, porque desde hace unos años, a raíz de un cambio de normativas comunitarias, no pueden homologarse en Europa y por tanto ya no se importan de Estados Unidos, donde se producen. Las que llegaron antes sí están homologadas, pero si a alguien se le pasa por la cabeza comprarse alguna limusina ha de saber que le podría salir tan cara o más que lo que vienen a costar algunos chalés. Pero sin ir a EE. UU. o Dubai, sin salir de Zaragoza, uno puede darse el capricho con sus amigos de que les lleven de paseo en uno de estos coches de máximo lujo.


Darío Somed Semper abrió en 2006 la empresa Limusinas Zaragoza, dedicada al alquiler de estos vehículos para fiestas y eventos, una aventura en la que le acompaña su hermano Daniel. Aseguran que fueron los primeros. Después les siguieron otras compañías y en la actualidad operan de distinto modo alrededor de media docena.


Estos hermanos, procedentes de Calatayud, cuentan con tres limusinas propias: dos Lincoln (Town) –marca de automóviles de lujo del grupo Ford– y una Hummer (H3) ­–que fue una marca de todoterrenos del grupo General Motors–. Asimismo, colaboran con unos primos que tuvieron la misma iniciativa en la Costa del Sol y cuentan con ocho limusinas más.


Darío prefiere no contar cuánto invirtió en su día, si bien reconoce que el consumo o el mantenimiento salen caros. Las Lincoln, con un motor de gasolina V8 de 5.600 cc, vienen a ‘tragar’ entre 30 y 40 litros, y la Hummer, con 6.500 cc, aún más. Las tienen que revisar todas las semanas, "como los aviones", dicen, porque no pueden arriesgarse a que un viernes o un sábado, cuando más trabajan, surja cualquier fallo imprevisto y no puedan circular. Y la mecánica también es especial y "no las puede tocar cualquiera".


Además, los seguros –a todo riesgo para nueve ocupantes y conductor– resultan proporcionales al tamaño y los viajeros, es decir, "carísimos", y no los hace cualquier compañía.


Obviamente, aparcar semejantes vehículos en la calle es impensable, salvo en agosto, y no pueden dormir en cualquier garaje, sino que tienen que hacerlo en naves.


Todo es un suma y sigue. Pero les vale la pena. A pesar de la crisis, no han dejado de atender a grupos para despedidas de solteros, fiestas, aniversarios o bodas, con paquetes de ofertas sustentados en alianzas comerciales con restaurantes o discotecas. Los precios oscilan desde 16 euros/persona en grupos mínimos de ocho por una hora de paseo hasta más de 1.000 euros por varias horas en bodas. "El negocio va bien –confiesan los hermanos Somed–. Como se suele decir, sobre ruedas".


Eso sí, los ocupantes y el chófer han de llevar el cinturón como en cualquier otro coche. "Tampoco hay espacio para ponerte a bailar –explican–. Vas sentado, pasándotelo bien, riéndote, cantando con el karaoke. Más vale ir seguros".


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