Calanda puede presumir de situarse en un enclave privilegiado. Muy cerca del pueblo, el río Guadalopillo cede sus aguas a su hermano mayor, el Guadalope, que tras recorrer las sierras del Maestrazgo queda represado en el embalse de Calanda. Un lugar único, que mezcla el paisaje agreste de los montes con la fertilidad de las vegas. Esta situación estratégica ha marcado su historia. Por este lugar han pasado íberos, romanos, musulmanes y cristianos. Y todos ellos han dejado su huella. Ejemplos de ello son el impresionante mosaico romano encontrado en la huerta calandina, el acueducto de Los Arcos, que sigue en pleno funcionamiento, o los restos de su castillo de herencia medieval.

Pasear por las calles del municipio es adentrarse en su historia. Se pueden contemplar varias casonas y palacios de entre los siglos XVII y XIX en la calle Mayor y alrededor de la plaza de España. En esta también se encuentra el ayuntamiento, en cuya fachada se conservan unos frescos del siglo XVIII. A pocos metros, junto a los restos del castillo se ubica el templo del Pilar, del siglo XVIII, levantado para conmemorar el famoso Milagro de Calanda, por el cual la Virgen restituyó la pierna cortada años antes al calandino Miguel Pellicer. Además de todas las muestras de arquitectura religiosa de la localidad, merece la pena visitar la Nevera, donde antiguamente se almacenaba el hielo.

En cuanto al entorno natural, marcado por las sierras y los dos ríos, se puede destacar la extensa red de senderos para todo tipo de público. Pero, si por algo es conocida Calanda es por su Semana Santa, sus tambores y bombos, inmortalizados por Buñuel en algunas de sus películas. Además de la famosísima Rompida de la Hora, se puede destacar la subida al Calvario o el cese del toque de tambores, donde disfrutar de la esencia de la celebración sin tanta aglomeración. Calanda ha dado muchos hijos ilustres, como Luis Buñuel, cineasta universal que llevó el nombre de su pueblo alrededor de todo el mundo. Esta localidad rinde homenaje a este en el sorprendente Centro Buñuel Calanda, donde se puede descubrir todo sobre la vida y obra de este genio de una manera divertida y que no deja indiferente a nadie.

Pero la visita a esta localidad no quedaría completa sin conocer su gastronomía, de la que ante todo destacan dos productos: el aceite de oliva, con D.O. del Bajo Aragón, y el famoso melocotón tardío. Este fruto destaca por su tamaño, su color amarillo y su sabor dulce. Los agricultores calandinos miman el melocotón, embolsándolo uno a uno de manera manual para protegerlo de plagas y para que su color sea uniforme.

No dejes de ver...

Calanda ofrece multitud de rutas y senderos. Desde el mismo municipio se señala la ruta PR TE 19 Calanda-Torrevelilla, que concluye en el convento de Calanda, un monasterio en ruinas del siglo XVII, a 9 km de la población, donde reinan el silencio y la paz. Las familias pueden disfrutar de un paseo por la ribera de los ríos Guadalopillo y Guadalope, donde se encuentra el acueducto de Los Arcos, una construcción árabe actualmente utilizada. Y para los amantes de las dos ruedas, una buena opción es la ruta de 33,5 km que une la localidad de Molinos con Calanda. Una senda en la que el río Guadalopillo marca el itinerario.

Anota en el calendario:

El FIBC celebra este año su XIV edición del 15 al 21 de julio. Un festival diferente, donde la localidad rinde homenaje al gran cineasta Luis Buñuel. Se realizan cursos de temática cinematográfica para niños, proyecciones en la sección paralela por la tardes y otras actividades que se renuevan cada año. Pero lo que lo convierte en algo único es su sección oficial, donde cada noche se puede disfrutar de las proyecciones al aire libre, votar la película al premio del público y participar en los coloquios con actores y directores protagonistas. Todo esto a la luz de las estrellas, esperando que una nube rasgue la luna de Buñuel.

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