Andrea Echeverri: "El tiempo que anduvimos separados hizo que nos respetemos más ahora"

El grupo musical Aterciopelados actúa mañana en la plaza de San Bruno.

Llegan ustedes con disco en directo recién estrenado. Un regreso en toda regla.

La idea comenzó a tomar forma estando cada uno con lo nuestro, yo saqué tres producciones como Ruiseñora y Héctor trabajó en la propuesta de Conector.En 2014, la gente del festival Rock al Parque de Bogotá nos llamó a los dos para proponernos participar como Aterciopelados, ya que cumplían 20 años y nosotros crecimos un poco al mismo paso de ellos. Fueron 150.000 personas, preparamos un repertorio de clásicos y resultó emocionante.


Se reencontraron con viejas sensaciones, y una cosa llevó a la otra...

La experiencia nos hizo sentir y mirar el pasado con otros ojos, de agradecimiento y orgullo tras dos décadas productivas llenas de canciones que fueron importantes para mucha gente. Llovieron propuestas e hicimos la que más nos gustó, este deuvedé en vivo, que hemos sacado hace unos meses. Rafa Arcaute, que ha trabajado con Calle 13 e Illya Kuryaki, nos ayudó a escoger canciones y las pusimos a punto: ocho clásicas del grupo, una de Conector, otra de Ruiseñora y otra nueva, ‘Re’, con la que quisimos hacer un homenaje a Café Tacvba.


Con Héctor se entiende sin hablar, pero toda relación larga tiene sus dificultades.

Parte del encanto de esta reunión es lo que decía antes, sentir que hay mucha gente tocada por esa cosa extraña que pasa entre los dos, es algo de ying yang, nuestros lados femeninos y masculinos se cruzan. Héctor fue muy loco en una época pasada y ahora es casi un santo y tiene los pies bien firmes en la tierra; yo sigo medio loca y eso también es muy chévere; ando en crisis existencial extraña, pero la uso de combustible para crear. El tiempo que anduvimos separados hizo que nos respetemos más ahora, ya sabes hasta donde puedes meter y hemos aprendido a delegar para centrarnos cada uno en lo que mejor hacemos. Mi papel es cantar y componer, él es excelente a la hora de musicar y producir, lleva el timón sonoro.


Usted siempre ha sido una enamorada de la introspección, de la asunción natural de los cambios en su vida. ¿Y esa crisis?

A ver, tiene que ver con la exploración de la propia realidad, y del modo en que te comportas con lo que trae el día a día. Tengo una hija adolescente en casa, y eso remueve todo. He escrito varias canciones sobre el modo en que la mujer se relaciona con su cuerpo y cómo afrontamos los problemas derivados del modo en que está armado este mundo nuestro. Mi hija, que es mi principal crítica, las ha recibido bien: creo que todas las mujeres, ya sean grandes como yo o adolescentes como ella, sentimos una presión terrible porque nuestro cuerpo es carnaza de una sociedad hipersexualizada, y mantenemos una relación compleja con el físico que nos fue entregado. Yo celebro mi cuerpo imperfecto y celulítico, cantar sobre ello es liberador, hasta chistoso.


Con Aragón tienen historia, tras muchas visitas desde aquel concierto con Héroes en 1996.

¡Muchas plazas de toros en aquella gira! Algunos conciertos fueron hermosos, otros no tanto porque el público tenía una estética y gustos alejados de los nuestros, pero la experiencia estuvo bien. Un mes en la carretera con gente genial, comer juntos... En América las giras no son así, subes y bajas de aviones. Recuerdo que el técnico de guitarra de Enrique Bunbury me enseñó a cambiar bien las cuerdas de mi guitarra. Luego hemos vuelto muchas veces, recuerdo La Casa del Loco, otras fiestas y teatros, la gran exposición en Zaragoza, el festival en las montañas de los Pirineos... hay mucho cariño aunque exista un océano entre nosotros, literal y metafóricamente hablando.

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