Inesperado, sorprendente, único, precioso, curioso y solemne. Estos son solo algunos de los adjetivos calificativos que los visitantes que acuden al museo de los Faroles y Rosario de Cristal de Zaragoza emplean para definir los misterios y faroles que allí pueden verse desde el 23 de abril del año 2003, fecha en la que se inauguró la sala de exposiciones moderna. Unas dedicatorias, escritas en varios idiomas, incluido el chino o el japonés, que les han hecho merecedores del Certificado de Excelencia concedido por Tripadvisor, uno de los sitios web de viajes más grande del mundo, que incluye más de 200 millones de opiniones.

"Para el museo es un elogio muy grande y todo un honor haber recibido este galardón por parte de Tripadvisor, ya que son los mismos visitantes los que han reconocido su importancia y han considerado que es un lugar de excelencia dentro de la oferta turística de la ciudad de Zaragoza", afirma Jesús Aladrén, presidente de la Real Cofradía del Santísimo Rosario de Nuestra Señora del Pilar.

Precioso fue el adjetivo que añadieron ayer en el libro de firmas Miriam, su padre César y su abuela Estefanía, vecinos de Tortosa, con raíces en el municipio turolense de Tronchón. El farol que más les impresionó fue el del templo del Pilar, con sus más de 30.000 piezas, entre las que sobresalen sus cuatro torres, que fueron talladas antes de que se levantaran las originales, de manera que este farol se convirtió en una maqueta a pequeña escala de cómo quedaría la Basílica cuando finalizaran las obras.

A su lado, junto al altar mayor de la iglesia del Sagrado Corazón, en la plaza de San Pedro Nolasco, se alza otra de las piezas más singulares de esta exposición, la carroza de la Reina de la Hispanidad, encargada de cerrar, todos los años, la procesión del Rosario. Una pieza que fue construida, en 1946, por los talleres Quintana y que, desde su estreno, es portada por miembros de la Policía Local.

Pero antes de llegar a estas dos carrozas, una música envolvente va sumergiendo al visitante en un recorrido guiado, de unos veinticinco minutos, por la historia del Rosario de Cristal, una obra de arte religioso que forma parte del patrimonio cultural de Aragón.

Una prueba de ello es que todos los años, más de 10.000 personas visitan este museo, que registra su mayor afluencia de entradas en los meses de verano. Son viajeros procedentes de destinos tan remotos como Argentina, Angola, Costa Rica, Japón y China, u otros más cercanos como Sevilla, Madrid, Burgos o Barcelona, y que durante su visita se quedan sorprendidos con algunas curiosidades que no pueden verse en la procesión del día 13 de octubre.

Es el caso, por ejemplo, de una colección de valiosos estandartes, muchos de ellos bordados y pintados a mediados del siglo XIX, que antes salían en la procesión; o de los faroles de dos leones que vieron la luz en 1870 y cuyo estado de conservación impide que salgan a la calle.

Piezas todas ellas que merecen comentarios como el de Juan, una de las personas que ha recorrido el museo esta semana y para quien la visita "bien merece un viaje por si solo a Zaragoza".