Europa congela la idea de crear una agencia de calificación que compita con las americanas

El problema es su elevado coste, que rondaría entre 300 y 500 millones, y que carecería de credibilidad en los mercados.

Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión, no ve viable crear una agencia de 'rating' europea.
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión, no ve viable crear una agencia de 'rating' europea.
a. jocard/AFP

Cuenta la leyenda que hubo un tiempo, no tan lejano, en el que en Europa dominaba el reino de la triple A. El paraíso de la confianza, de la solvencia, de la infalibilidad, de la seguridad plena. Qué tiempos. Pero llegó la crisis, el hundimiento de Lehman Brothers, y las fichas del dominó comunitario comenzaron a caer una tras otra empujadas por los mercados y unas agencias de calificación de riesgos que infravaloraron sin piedad la solvencia de la zona del euro. Hoy, en mayo de 2015, solo dos países, Alemania y Luxemburgo, mantienen el tipo y salvan el honor del bloque manteniendo la máxima calificación de las tres grandes agencias internacionales: Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s. Solo dos de diecinueve países. El último en caer, en octubre, fue Finlandia, y el penúltimo, Holanda, en noviembre de 2013. La sangría, dolorosa, puede darse por acabada porque pensar que Alemania o el paraíso luxemburgués puedan perder la triple A es casi imposible. Sin embargo, el daño ha sido enorme, sobre todo en países como España.


Han sido años muy agitados en un Viejo Continente que desde 2007 sigue sin caminar con paso firme por la senda de la recuperación. Años de duras acusaciones hacia unas agencias de rating neoyorquinas que no fueron capaces de vislumbrar la que se avecinaba y que, lejos de entonar su parte de ‘mea culpa’, señalaron a Europa sin complejos con bajadas de calificación de las deudas soberanas que contribuyeron a la postre a propiciar la era de los rescates de Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre, además del rescate financiero de la quinta potencia de la UE y la cuarta del euro. Sí, España.


Las críticas políticas al papel de las agencias de rating han sido tan duras como inútiles. Para muestra, las declaraciones de la antigua comisaria de Justicia, Vivian Reding, que en verano de 2011 tachó a las tres firmas de conformar un ‘cartel’ –dominan el 85% del mercado– y proclamó que "Europa no puede permitir que tres empresas privadas estadounidenses la destrocen". Más píldoras. El 6 de julio de ese año, en pleno ataque de los mercados y un día en el que Portugal acudía a los mercados a pedir dinero, Moody’s bajó de una tacada cuatro escalones el rating de su deuda hasta situarla en el bono basura, lo que enfureció al entonces comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, que manifestó sus "dudas sobre el comportamiento" de estas empresas.


Se confirmaron en diciembre de 2013. La Autoridad Europea de Mercados y Valores (ESMA) desveló que su investigación había destapado "deficiencias en el proceso de calificación soberana que podrían suponer un riesgo para la calidad, la independencia y la integridad de las calificaciones y del proceso de calificación".

Aquel torbellino de descrédito de la UE provocó que se reactivara con fuerza la vieja idea de crear una gran agencia de calificación de riesgos ‘made in Europa’. Lo pidió la Eurocámara, la Comisión Barroso se puso manos a la obra, la todopoderosa Angela Merkel bendijo la idea y ahora, cuatro años después de aquel entusiasta toque de corneta, nada ha pasado.


De hecho, fuentes comunitarias desvelaron que el nuevo Ejecutivo liderado por Jean-Claude Juncker ha decidido aparcar la idea de patrocinar la creación de una gran agencia de ‘rating’ comunitaria por dos motivos. Uno, su elevado coste, que según diferentes estudios rondaría entre los 300 y los 500 millones. Y dos, porque una agencia pública comunitaria evaluando deuda pública "carecería de toda credibilidad de cara a los mercados". No obstante, la Comisión presentará antes de este verano y a finales del próximo año sendos informes ante el Parlamento Europeo para evaluar el estado de la situación en la UE, además de aportar su visión sobre la creación de la añorada agencia de calificación.


La clave, insisten estas fuentes, pasa por el sector privado. De hecho, ya ha habido movimientos entre las grandes firmas para analizar posibles escenarios –en España, Asexor es uno de los grandes referentes–, pero nada se ha concretado y el asunto, de fructificar, tardará aún muchos años.