La Romareda se convierte en el fortín deseado

Solo el Valladolid ha sido capaz de plantarle cara al Zaragoza de Popovic en su estadio. Cinco victorias en seis partidos confirman su jerarquía como local.

Ranko Popovic, ayer en la sede del club en La Romareda
La Romareda se convierte en el fortín deseado
Oliver Duch

El Zaragoza se está haciendo grande en casa. Solo el Valladolid ha sido capaz de competirle en su estadio en la era Ranko Popovic. Fueron 20 minutos, un fogonazo de fútbol en el que al equipo aragonés se le marchó el partido. Pero al margen de esa cita aciaga, el Zaragoza de Popovic se ha manifestado como un conjunto poderoso en casa. Ha convertido La Romareda en un fortín, un paso clave, perfecto, ideal, para que las opciones de ascender a Primera División sigan vivas, ilusionando a un conjunto que va a más, poco a poco, pero cada semana más musculado, reconocible y con el buen fútbol como seña de identidad. Esa jerarquía como local le permite continuar en la zona noble. Su victoria, rotunda, firme, contundente, frente al filial del Barcelona consolida una dinámica en la que ha tenido rivales de todo tipo, desde el famélico Recreativo al sorprendente Girona.


Debutó Ranko Popovic como entrenador del Real Zaragoza como una apisonadora, venciendo y goleando a la Ponferradina. De esa línea ya no se ha bajado. El equipo berciano encajó un 4-1 en el que el Zaragoza mostró sus nuevas credenciales. A los quince días le ganó al Girona. Pudo entenderse entonces que esa victoria era un triunfo sencillo, contra un rival de poco nombre. Al Zaragoza le costó. Y dos meses después se descubren algunas de las claves de esa dureza: el Girona sigue arriba, combatiendo el liderato con los mejores de Segunda. No es casualidad lo suyo. Y el Zaragoza le ganó. Luego vino el Real Valladolid. Dos accidentes defensivos le pasaron factura en medio de una maremoto pucelano de 20 minutos. A continuación, llegaron los triunfos contra Leganés, Recreativo de Huelva y el último, frente al Barcelona B.


Estas victorias han estado alimentadas por la capacidad del equipo aragonés para blindar su portería. Tres partidos que han venido a confirmar que el Zaragoza, manteniendo su demoledora pegada, es carne de triunfo si no encaja. Han ayudado a ellos varias circunstancias. La primera, un portero llamado Bono. El marroquí transmite una formidable seguridad. La segunda, un pivote llamado Basha. Su intensidad es una bendición para todo el equipo. Entre unos y otros, el Zaragoza ha sacado sus últimos tres partidos con buena nota.


Sus zarpazos a Leganés, Recreativo y Barcelona han ratificado su buena dinámica como local. A Primera se va por La Romareda. Si el Real Zaragoza se hace fuerte en casa, el ascenso crecerá en probabilidades. Ya sea por la vía directa o por la circunvalación del play off. No faltan quienes dicen que La Romareda, en caso de tener que pasar por la promoción, será una razón de privilegio en el Real Zaragoza. Nadie querrá pasar por ella. Ya sea tercero o sexto el club aragonés: a quien le toque su bola en el sorteo, pensará en La Romareda, donde se pronostican llenazos en caso de que los blanquilllos pasen por la promoción.


De momento, el Zaragoza va en esa línea. Creciendo. Cimentándose. Consolidándose. El partido contra el Barcelona B tradujo el buen juego en goles y en un triunfo de los que dan nombre. Dejó como frutos varias de las cosas que ya se intuyeron los días contra el Leganés y Recreativo. No solo la mejora defensiva, sino también su crecimiento colectivo en otras facetas. El equipo juega junto, presiona con ordes, ataca con intención... En ese contexto, destellan individualidades. Por ejemplo, Pedro, el futbolista más inteligente de la categoría, un lujo para el Zaragoza. No parece lo que es, pero Pedro es un jugador extraordinario. Como Bastón. O como Eldin. Con toda esa pólvora el Zaragoza, aún con todo lo que lleva perdido, tiene que seguir ilusionado con el ascenso.


Tiene además a su servicio a La Romareda. Todo lo que sea pensar en el ascenso, en un retorno a Primera, ha de pasar por lo que ahora mismo está ejerciendo el Zaragoza: un equipo serio, al que visitarlo es complicado, que ha hecho de su casa un fortín por donde nadie, quizá, quiera pasar un fin de semana.