Una Copa, por favor

Si el CAI Zaragoza vence hoy en la pista del Gipuzkoa Basket (12.15), se clasificará matemáticamente para la fase final de la Copa del Rey

Joaquín Ruiz Lorente, técnico del CAI Zaragoza, da instrucciones a sus jugadores.
Una Copa, por favor
Asier Alcorta

Llegados a este momento, todas las consideraciones apenas toman cuerpo ante la única verdad verdadera para el CAI: si el conjunto aragonés vence hoy en la pista del Gipuzkoa Basket, estará clasificado de forma matemática para la fase final de la Copa del Rey. Habrá otros días, otras previas, otros partidos para hablar de estilos de juego, de formas de competir, de fortalezas y carencias. Hoy, no. Hoy, en la clausura de la primera vuelta, en el meridiano justo de la Liga, en el instante preciso en que los ochos primeros clasificados de la ACB obtendrán el billete para la Copa del Rey y el resto solo la podrá ver por televisión, solo vale ganar. El CAI y Zaragoza se piden un Copa.


Antes de saltar hoy al ruedo de Illumbe, disputadas 16 jornadas, el CAI está instalado en la octava plaza liguera con nueve victorias. Con un triunfo menos acumulado se encuentran el UCAM Murcia y el Río Natura Obradoiro. El CAI se careará con el Gipuzkoa a las 12.15, mientras los otros aspirantes comenzarán a jugar a las 13.00 en Tenerife, y a las 18.00 en Vitoria, respectivametne. Incluso perdiendo en Illumbe podría clasificarse el conjunto que gestiona Joaquín Ruiz, aunque esta hipótesis condenaría a una tarde eterna de transistores. Mejor no pensar en esta alternativa. El CAI depende de sí mismo. Y se exige ganar para confirmar la consolidación de un proyecto estable en el baloncesto de élite español: sería la tercera presencia consecutiva en el certamen que reúne a los ochos mejores conjuntos de la Liga Endesa ACB en el ecuador liguero.


Viene el CAI de firmar un partido muy pobre en casa ante el Herbalife. En la Eurocup, ganó sin brillo el miércoles al Roma. Tiene muchas más armas el conjunto aragonés de las que exhibió ante los italianos. No supo imponer su abrumadora superioridad bajo el tablero. Jugó a lo único que le podía ganar el Roma, a triples. Si repite el segundo cuarto (un triple de Pedro Llompart, un 2+1 de Jason Robinson y para usted de contar), lo tendrá muy complicado hoy. Es el Gipuzkoa un conjunto limitadísimo, pero bien construido dentro de sus limitaciones. Arrancó la Liga perdiendo cinco partidos consecutivos, pero ha ganado tres de los últimos cuatro: al Valencia (69-67), al Fuenlabrada (65-76) y al Sevilla (61-76).


Su cinco madre lo integran tres extranjeros (Will Hanley, Taquan Dean y Jared Jordan), un veterano nacional en los choques con el CAI desde los tiempos de la LEB (el pívot David Doblas) y uno de los más prometedores talentos patrios (el escolta Dani Díez). Como evidencia de las carencias con que Jaume Ponsarnau ha edificado su equipo, el dato de que del quinteto inicial solo Hanley juega menos de 30 minutos. No tienen banquillo. Factor fatiga. Llegan con la lengua fuera a los minutos finales. El CAI debe manejar esta variable en una pista maldita en la que no ha ganado nunca.


El rival y el yuyu a la pista del GBC, esto es, el ordenado equipo de Ponsarnau y el mal fario de perder siempre en San Sebastián (igual en el pabellón José Antonio Gasca en la LEB que en Illumbe en la ACB) no debe ser factor determinante en la suerte del resultado de hoy. Jugador por jugador, cuantitativa y cualitativamente, el CAI es mejor que el Gipuzkoa. Hoy, en el momento de la verdad, debe trasladar numéricamente al marcador esa superioridad. Después de unos meses durísimos desde que José Luis Abós decidió enseñar baloncesto por allá arriba, tras ese enorme impacto emocional y la asunción de responsabilidades de Joaquín Ruiz Lorente como primer entrenador, con Reynaldo controlando escrupulosamente cada euro para cumplir con todos los pagos (con Veremeenko la película sería otra...), la clasificación copera significaría un robustecimiento del proyecto. Lo merece el club, la afición, la ciudad... Una Copa, por favor.