A vueltas con Grecia

Tragedia griega ‘reloaded’.

Grecia vuelve a ser motivo de incertidumbre en los mercados financieros ante el temor a una llegada al poder de Syriza (el Podemos Griego). La celebración de elecciones en Grecia el próximo 25 de enero, inevitablemente volverá a crear turbulencias en los mercados. Algunos de los principales mensajes preelectorales de Syriza, que nos recuerdan a los que Podemos lleva en su programa electoral, son los siguientes:


-Es absolutamente contrario a las medidas de austeridad.

-Reivindica una renegociación de la deuda pública.

-Propone la renacionalización de empresas anteriormente privatizadas.


Las amenazas de un impago de la deuda o de una reestructuración unilateral de la misma, pueden ser reales pero parecen poco meditadas, dadas sus desastrosas consecuencias para los griegos.


Es cierto que Grecia ha sufrido durísimos ajustes en estos últimos años, pero también lo es, que ha vivido durante más de 20 años por encima de sus posibilidades, con déficit públicos permanentes e incluso falseando sus cuentas para acceder al euro. Tras años de ajustes es comprensible que una parte de la población muestre su hartazgo con la situación actual y apoye a partidos distintos de los que han ostentado el poder.


Una salida de Grecia del euro, supondría la quiebra de los bancos, la pérdida de los depósitos de los ciudadanos, el impago de la deuda externa, la imposibilidad de hacer frente a su factura energética... Afortunadamente, la capacidad de Grecia de crear grandes inestabilidades en toda la eurozona y de contagio a otros países es sensiblemente inferior a la existente cuando se produjo la quita a los tenedores privados de sus bonos soberanos. Aún así asistiremos a un período de inestabilidad en los mercados. Si Syriza llega al poder y sigue tensionando la cuerda, al final se romperá. La salida de Grecia del euro puede estar más cercana, pero lo que no saben los votantes griegos es que los principales perjudicados serán ellos.


Hace un mes, en unas conferencias, un inversor preguntaba acerca de las probabilidades de que Grecia hiciera impago de su deuda. El tono de la pregunta daba a entender que lo consideraba altamente improbable, ya que se trataba de deuda pública dentro del área euro. Eso mismo creía yo hace más o menos cinco años: que un emisor soberano no podía (o no debía) dejar de responder al menos de las deudas emitidas en su propia moneda. Pensé también que el inversor o no trabajaba todavía o no había sufrido en sus carnes la reestructuración de la deuda griega de marzo de 2012.

La letra con sangre entra. En aquel momento, proponía que la tranquilidad para los tenedores de bonos públicos europeos no llegaría hasta que lo hicieran las reformas estructurales en forma de eurobono. A pesar del mal verano que pasamos, las cosas han evolucionado mejor de lo previsto ya que en realidad se han concretado pocas medidas reales de unificación fiscal. Ahora el partido que encabeza las encuestas a las elecciones en Grecia apuesta por una reestructuración ordenada (entonces la llamaron «voluntaria») de las obligaciones del Estado heleno. En el lado positivo, la mayor parte de la deuda está ahora en manos de inversores institucionales y los privados no deberían verse sorprendidos teniendo en cuenta los precedentes (aunque claramente es una afirmación demasiado optimista); el efecto directo sobre los mercados debería ser reducido. En el lado negativo, otro impago de un soberano puede afectar de nuevo a la confianza de los inversores justo cuando veíamos algo de luz al final del túnel. En España, los tipos bajos proporcionan un tiempo vital para continuar con las reformas y las ganancias de productividad. A nivel europeo, el sistema de transmisión de las políticas monetarias empieza a funcionar poco a poco con un crecimiento de la masa monetaria en máximos del último año y medio. Confiemos en que la tragedia tenga por una vez final feliz.