En la provincia de Soria habitan 100 tipos de plantas protegidas, de las que 10 son variedades de distintas orquídeas, en régimen de atención preferente. La nueva Ley de Patrimonio Natural de Castilla y León, recientemente aprobada por las Cortes regionales, mantiene el conjunto de las especies botánicas protegidas en Soria que la anterior normativa recogía como un bien a preservar y mantener, para lo cual se había previsto la creación de microrreservas de flora.

Aunque no llegaron a declararse, las microrreservas de flora tienen ya un largo trayecto recorrido en Soria, según informan fuentes del Servicio de Medio Ambiente de Castilla y León.

Hasta 20 fichas de distintos lugares se han realizado ya, llevando a cabo los oportunos estudios, para declarar estas áreas protegidas donde las plantas son las protagonistas.

Las micorreservas de flora son todavía un proyecto, aunque con muchos estudios detrás, que podrán ver la luz con el desarrollo de la nueva normativa, que deberá aún concretarse en un decreto donde la Junta de Castilla y León indique qué microrreservas se declaran en cada provincia.

En los trabajos realizados hasta la fecha, en la provincia de Soria se han realizado diversos estudios, en colaboración con universidades, lo que se ha concretado en distintas propuestas de lugares, materializándose en algunos casos en siete microrreservas, en otros en once y alcanzando hasta las 24.

El número definitivo dependerá en último término de distintas valoraciones, que pueden pasar por factores como la disponibilidad de los terrenos, la posibilidad de llegar a acuerdos con los propietarios o el hecho de que ya estén incluidos en otras figuras de protección. Teniendo en cuenta estos factores, Soria podría albergar al menos 10 microrreservas de flora. No en vano, en algunos estudios, Soria es la provincia con mayor número de áreas protegidas.

Las microrreservas de flora son espacios de pequeñas dimensiones donde se produce una concentración alta de unas especies determinadas, que se encuentran catalogadas para su protección.

Uno de los ejemplos de esta figura es la microrreserva de flora salina de Medinaceli. Antes del proyecto, hace seis años, era un espacio donde se vertían escombros y que el Ayuntamiento en un principio quería repoblar con árboles. Cuando el Servicio de Medio Ambiente tuvo conocimiento de ello, entró en conversaciones con el Ayuntamiento y emplazó a la CHD a convertir el espacio en una microrreserva, dada la existencia de especies marítimas, como la ‘salicornia fructicosa’ o la ‘glaux maritima’, propias de hábitats salinos. Hoy en día es una zona protegida, donde el espacio se ha recuperado con distintos elementos y supone un atractivo para el visitante que pasa por Medinaceli.

Sin embargo, no todas las microrreservas serían igual, según indican fuentes del Servicio de Medio Ambiente. Algunas podrían estar en espacios difícilmente accesibles, mientras que otras, como el caso del Castillo de Vinuesa, concentrarían la única población natural de pino negro de la región.

Pero esta no es la única especie susceptible de habitar en una microrreserva: las hay de terrenos yesosos, de barrancos, muelas, dehesas, meandros y lagunas glaciares.

Se trata de especies en peligro como la ‘luronium natans’, que vive dentro del agua y en las orillas y otras con menor rango de protección como la ‘marsilea strigosa’, que vive en lagunas desecadas, la ‘chamaespartum delphinense’, que habita en el Cañón del Río Lobos, la ‘plantathera algeriensis’, un tipo de orquídea que se cría en suelos húmedos, la ‘saxifraga moncayensis’, típica del Moncayo, o la ‘nuphar luteum’, el clásico nenúfar que se puede encontrar también en el Cañón del Río Lobos.

Todas ellas podrán integrar en el futuro una microrreserva de flora, donde se les garantizará especial protección y cuidado y donde se les dará además un valor añadido.