SANIDAD

Urgencias fuera de serie

El jefe del Servicio de Urgencias del Clínico zaragozano defiende y explica su trabajo frente a la invasión de tópicos que llegan desde las series médicas de la tele

Miguel Rivas, en la puerta de Urgencias del Clínico. Una paciente acababa de llegar y había unas cuantas ambulancias allí.
Urgencias fuera de serie
JOSÉ MIGUEL MARCO

"Odio a 'House". La frase adquiere más sentido cuando se sabe quién la ha pronunciado. Miguel Rivas, coordinador y jefe del Servicio de Urgencias del Hospital Clínico de Zaragoza, así lo opina. Y ¿por qué? "Porque es lo más alejado a un doctor, es el paradigma de conducta impropia". El doctor aragonés considera que en la sanidad española hay una gran tradición humanista. Y entiende que House es un personaje con gancho, "pero a nadie le gustaría ser tratado así", recalca. Sus ganas de acabar con mitos que las ficciones catódicas han atribuido a su profesión le llevaron hace unas semanas a pronunciar una charla, de explícito nombre: "Urgencias no es una serie de TV". "Usan el drama para su interés. Nuestro día a día es más aburrido", considera.

 

Y se dirige a la entrada de Urgencias para probarlo. Acaba de llegar una paciente y, desde la ambulancia, la llevan al hospital. Un traslado que se desarrolla con total tranquilidad. "¿A que nadie grita: '¡Mujer! ¡50 años!'?", pregunta retóricamente. Y, siguiendo, empieza a nombrar nuevos tópicos que pretende derribar: "Imagínate que tienes un infarto de miocardio. ¡Nadie subiría el volumen del monitor para ponerte más nervioso!".

 

De hecho, tras charlar con él, se diluye la sensación de que ser médico se reduce a coger un bisturí o recetar medicamentos. "Trabajamos también la disciplina gestual: damos noticias con voz neutra, mirando a los ojos y evitando el pasillo", cuenta. A veces, incluso, saltando barreras idiomáticas. "La gente, según su procedencia, vive la enfermedad de manera distinta. Los anglosajones no soportan que les toquen, mientras los latinos casi lo necesitan", explica Rivas. Además, revela alguno de los trucos que emplean: "Nunca mirar un electrocardiograma delante del paciente, ni hacer comentarios en voz baja ni, por supuesto, decir palabras tabú", tales como cáncer, sida, irreversible o infarto.

 

Otro de sus caballos de batalla es el lugar común de que los médicos viven en continuo estrés. "Estrés tenemos. Pero usamos técnicas para reducirlo, en nosotros y en los pacientes". Y, entre ellas, nombra el diseño del hospital, con diversas salas de espera o lugares especiales para el duelo, y formación específica para los 70 nuevos médicos en formación que cada año pasan por Urgencias.

 

A pesar de toda esta retahíla de justificaciones, Miguel no se enfada cuando ve que la tele recrea su trabajo. Tampoco la ve mucho, aunque, precisamente, es 'Urgencias' la serie que más realista le parece. ¿Y 'Hospital central'? "Esa, ¡nada de nada!", dice sincero. Tampoco está de acuerdo con 'Anatomía de Grey' porque, como matiza, "en las series hay muchos líos con el sexo, y los sanitarios solo somos un colectivo más, como una panadería o GM". Es su forma de verlo. Porque en estas Urgencias donde lleva media vida y que dirige desde "el efecto 2000" (1 de enero), el trabajo no es rutinario. "Mi pasión por esta área nació haciendo una tesina, cuando estudiaba Medicina aquí". Y allí se quedó. "Y aquí me jubilaré, supongo", remacha.