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"Uno no aprende nada de las loas"

'El Primijuego' o 'Cambio radical' la hicieron popular en la tele. Pero ahora le ha dado por la ficción y, ayer, Teresa Viejo presentó en Zaragoza su primera novela.

Teresa, ayer, en la sala de Ámbito Cultural del Corte Inglés.
"Uno no aprende nada de las loas"
JOSÉ MIGUEL MARCO

Teresa Viejo estaba ayer como el día. No fría, ese no es el adjetivo. Medio medio. Unas llamadas de teléfono, un termalgín y agua. Y lista. "Es que hace mucho frío. Y cuando he salido de Madrid, nevaba", dijo, casi contenta.

 

Aunque venía ayer a Zaragoza a un encuentro con lectores en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, no estaba nerviosa. Y eso que es nueva en estas lides: había escrito ensayo, pero acaba de publicar su primera novela. "A todo aquel que te sigue, no puedes por menos que agradecérselo, opine lo que opine. Uno no aprende nada de las loas". Pues eso, que está tranquila. Con el intercambio de opiniones, y en general. "Se vive bien lejos del ojo del huracán. Cuando haces 'prime time' es de locos", cuenta. Se refiere, claro, a su etapa en las teles nacionales, en programas como 'Saber vivir' o '7 días, 7 noches', que la convirtieron en un rostro muy popular. Ahora, presenta un espacio en la televisión autonómica de Castilla La Mancha. Y no lo cambia. "Te da lo que no te dan las generalistas: un hogar, una fidelidad y un lenguaje muy directo. Y, en algunos casos, cierta tranquilidad y tiempo, que me ha permitido hacer otras cosas, como dirigir un documental". Es más, dice que no vuelve a la tele nacional: "Hoy por hoy, no. Mi camino está en otro sitio, aunque me cueste más pagar la hipoteca", se sincera.

 

Reconoce que lleva pocos números para hacerse con el Gordo de Navidad. "Nada, dos de la tele y uno que me regalaron mis amigas de la Asociación Española contra el Cáncer", afirma. Muy poca afición, teniendo en cuenta que fue el rostro de las loterías al frente de 'El Primijuego', un hito catódico con audiencias millonarias. "Buf, lo tengo olvidadísimo", afirma. Tampoco parece que 'Cambio radical', con la de ríos de tinta que generó, le marcara. "No significó nada, fueron solo unos meses. Me preocupaba más '7 días 7 noches', porque la actualidad es muy difícil y no tenía ni un día libre", explica.

 

Su periplo televisivo es largo, pero aún se acuerda de sus primeros pinitos en la pequeña pantalla. Fue en las mañanas, con Jesús Hermida. Y creyó que sería su último trabajo ante las cámaras. "Me pegaba unos madrugones terribles y pensé que nunca más". Pero de ahí saltó al musical 'Rockopop', que rememora con cariño: "Fue precursor de muchas cosas, por ejemplo, del reporterismo. Fue fantástico".

 

Sabe que la gente la conoce. Y, por eso, pide que se acerquen a su trabajo como escritora sin prejuicios. "Cuando redactaba, ni me lo planteé, estaba embebida. Pero, luego, sí creo que un personaje popular lo tiene más difícil". Y lo justifica: "Me llegan mensajes de gente a la que les ha gustado, pero que al principio no se acercaron al libro porque la autora es una persona popular. Me daría pena que por eso la gente se perdiera, más que el libro, la historia que tiene detrás".

 

Su paso a la ficción no ha surgido porque esté harta de la realidad. De hecho, fue al revés. Por casualidad, en un paseo, descubrió el balneario de La Isabela, un lugar en el que se reunía la flor y nata de la sociedad española en el siglo XIX y que, en la Guerra Civil, acabó convertido en un psiquiátrico que recibía pacientes de muchas partes de España, entre ellas, de Teruel. Después, las aguas de un pantano lo sepultaron. "Me sentí fascinada por la historia y solo tuve que ponerle voces", explica.

 

Así, se entiende que haya titulado el libro 'La memoria del agua'. "La gente con la que he hablado cuenta que era un paraíso. Tienen ochenta y tantos años y la cabeza muy lúcida. Dicen que por haber bebido agua de allí?". Se sigue sintiendo fascinada por el lugar, pero ya busca inspiración para otra novela. "Creo que escribir es connatural al ser humano, no solo para periodistas, y me apetece seguir en la ficción", declara Teresa, a pesar de que tiene los pies bien en el suelo.