AÑO JACOBEO

Una peregrinación contra los elementos

Hace unos días, 26 militares, la mayoría aragoneses, completaron el Camino de Santiago corriendo por relevos y sin detenerse por la noche.

Los participantes de la peculiar peregrinación, en la plaza del Obradoiro de Santiago.
Una peregrinación contra los elementos

Cuando parece que ya no quedan formas originales de peregrinar hasta Santiago, surge el reto de hacerlo en 80 horas, corriendo y, como quien no quiere la cosa, también a oscuras. Este fue el desafío de 26 militares, la mayoría de ellos aragoneses, que hace unos días emprendieron tan descabellada aventura haciendo relevos en los casi 900 kilómetros que separan Zaragoza de la capital compostelana. Afortunadamente, y sin tener que lamentar lesiones ni despistes de ruta, alcanzaron su objetivo corriendo ininterrumpidamente durante cuatro días y lograron abrazar al Santo en la catedral de Santiago.


"Para llegar a tiempo, según el plan previsto, lo más complicado era correr de madrugada", explica teniente coronel Francisco Ruiz Arnal, uno de los visionarios de la idea. De hecho, salieron de Zaragoza en la 'hora bruja' y, "aunque llevábamos el recorrido bien aprendido, recuerdo que al dejar Pedrola e ir corriendo hacia Mallén tuvimos muchas dificultades porque se escondió la luna y apenas veíamos nada", cuenta Ruiz. Gracias a los frontales, y medio siguiendo el trazado del Canal Imperial, consiguieron cubrir el complicado tramo. "Hay que tener en cuenta que uno va corriendo y que no puede pararse a mirar mapas o consultar itinerarios. Por eso, también, por las noches siempre íbamos en pareja porque prima la seguridad y siempre puede haber despistes o algún traspiés", explican.


Los cálculos realizados indicaban que cada cual debía 'aplicarse' algo más de diez kilómetros por persona y día. Así, por relevos, recorrieron unos 280 kilómetros cada jornada. "Lo más complicado es que la logística se ha de plantear con antelación porque no hay tiempo para improvisar, sino que simplemente tienes en mente el punto de llegada", explica el también teniente coronel Aurelio Acero, que detalla la procedencia de los militares: participaron corredores de la Unidad de Fuerza Logística Terrestre 2, de la Agrupación de Apoyo Logístico 41 y del Cuartel General de Zaragoza, aunque también se incorporaron participantes de agrupaciones de Burgos, Valencia, Valladolid.


Los últimos kilómetros


Esta peculiar 'compañía' peregrina no llevaba un testigo simbólico pero sí un cinturón con el teléfono corporativo y un banderín enrollado que se fueron pasando de uno a otro. Una furgoneta les esperaba en los puntos de salida y llegada, pero no acompañaba al corredor en la carrera, sino que se encargaba de llevar el material imprescindible. Los que ya habían cumplido con sus deberes de la jornada descansaban en acuartelamientos militares, aunque en Santiago, con el objetivo conseguido, disfrutaron brevemente de las mieles del triunfo y se alojaron en un hostal. "El último día fue bonito porque quisimos adaptarnos al 'ceremonial peregrino', así que nos reunimos todos juntos en el Monte do Gozo y completamos los últimos ocho o diez kilómetros los 26 corredores juntos".


Todos son deportistas y corredores habituales, así que la preparación física "la traen de serie". Han sufrido las ampollas como un mal menor y han querido participar en esta experiencia, conscientes de que hasta 2021 no habrá otro año jacobeo. "Se ha notado que había más gente. Sobre todo, pasado Puente la Reina, sí que hemos visto mucha masificación", comentan. Y, aunque avanzar de noche les relegaba al ostracismo ("también forma parte de la experiencia -dicen-, esto favorece la soledad y la reflexión del corredor, que es otra de las motivaciones para realizar el Camino"), en cuanto amanecía se cruzaban con decenas de caminantes. "Hay que contar que los albergues cierran a las 22.00 y que los peregrinos madrugan mucho para aprovechar las horas de luz y evitar el excesivo calor", explican, al tiempo que critican también que la zona peor indicada de toda la ruta es, precisamente, la aragonesa.