CARAVANA DE MUJERES

Un pueblo de Palencia imita a Plan, 25 años después

La última caravana de mujeres ha llegado hoy a Polentinos, en el norte de Palencia, donde medio centenar de solteros han esperado con paciencia a que su media naranja sea una de las 59 mujeres que, aunque con retraso, han desembarcado para poner un poco de amor en esta zona de montaña.

Los solteros de la localidad palentina de Polentinos reciben en la comida de bienvenida a las participantes en la 'caravana de mujeres' procedentes de Madrid
Un pueblo de Palencia imita a Plan, 25 años después
EFE. Brágimo

La última caravana de mujeres ha llegado hoy a Polentinos, en el norte de Palencia, donde medio centenar de solteros han esperado con paciencia a que su media naranja sea una de las 59 mujeres que, aunque con retraso, han desembarcado para poner un poco de amor en esta zona de montaña.


La llegada estaba prevista para las dos y media y ni siquiera el retraso, de más de una hora y media, ni los atascos a la salida de Madrid, ni la lluvia, que ha caído durante toda la mañana en Polentinos, ha podido deslucir las sonrisas de las 59 mujeres que se bajaban del autobús con una mezcla de cansancio y excitación.


Cuatrocientos kilómetros y casi seis horas de viaje fueron incapaces de descomponer la ilusión y la alegría de estas mujeres que lucían sus mejores galas mientras recorrían andando los últimos 200 metros que las separaban de la plaza del pueblo, hasta donde no podía acceder el autobús, con el maquillaje intacto.


Los retoques llegaron "justo cuando nos dijeron que ya estábamos cerca del pueblo", cuando se centraron en la pintura de los ojos y los labios porque son "muy coquetas", ha confesado Hilda, que lleva seis años uniéndose a estas caravanas organizadas desde 1995 por la asociación creada para promover la repoblación rural, ASOCAMU.


En Polentinos, un pueblo de menos de cien habitantes se había multiplicado la población a la espera de esa caravana de mujeres que habían organizado el alcalde, Enrique Llorente, y su amigo, Jordi Vives, un catalán que pasó por la localidad un día, y vistos sus encantos decidió "comprarse un pajar y pasar allí su tiempo libre, aunque esté a 800 kilómetros de su lugar de trabajo en Barcelona", ha explicado.


Junto a ellos multitud de curiosos entre los que figuraban, con rostros anhelantes, más de medio centenar de solteros de todas las edades, reclutados por los organizadores en los pueblos de la Montaña Palentina, que es donde se ubica Polentinos, casi en el límite con Cantabria y a 130 kilómetros de Palencia.


Tampoco ellos parecían fatigados, después de más de dos horas esperando avistar un autobús lleno de mujeres en una mañana en que las nubes no acompañaban al ánimo y la lluvia no había dejado de caer.


Sin embargo la suerte ha querido que justo media hora antes de la llegada de las féminas el cielo se abriera y el sol comenzase a lucir anunciando una jornada de fiesta, que al fin y al cabo de eso se trataba.


Hechas las presentaciones oficiales, lo primero era romper el hielo y con cierta timidez dos solteros de Polentinos, encabezados por el alcalde, entregaron claveles rojos a todas las mujeres.


Después de los primeros contactos hombres y mujeres se dirigieron a comer, pasadas las cuatro de la tarde, a la nave del pueblo donde se había preparado un menú para unas 120 personas a base de embutidos, chuleta de ternera a la brasa, pimientos del piquillo, vino, helado y café.


Y aunque "la gente es muy vergonzosa, todo apunta a que lo vamos a pasar muy bien", ha manifestado Hilda, quien asegura que le encantan los pueblos y que no dudaría en quedarse en Polentinos, por pequeña que sea la localidad, si encuentra allí a su media naranja.


De hecho ya se ha hecho las primeras fotos con el alcalde, que también es soltero y que no duda en ser el primero en animar el ambiente después de la "buena impresión" que le han causado las chicas.


Tendrán casi un día entero, antes de que el autobús retorne a Madrid ya de madrugada, para buscar al amor de sus vidas, una empresa en la que sólo tendrán éxito los más afortunados, mientras que el resto tendrá que conformarse con pasar un día de fiesta, compartir experiencias y hacer nuevos amigos, que no es poco.


Así lo asegura Jordi Vives, que se ha hartado de hacer chuletas a la brasa mientras dice que "la intención no es otra que pasar un día de fiesta y sobre todo dar a conocer esta zona y difundir sus encantos, aunque si conseguimos que alguna pareja se enrolle mejor".