God of war: Kratos, un dios renacido y más humano que nunca

El dios de la guerra regresa a PS4 y reinventa por completo la saga, manteniendo su característica brutalidad y mejorando todo lo demás, en un juego que destaca por su gran historia.

Armas, armaduras, escudos y combos. Los jugones más 'completistas' disfrutarán consiguiendo y mejorando todos los atributos de Kratos, algo esencial para lograr superar todos los retos y derrotar a los  alocados y poderosos dioses nórdicos.Un hijo, un arma, un compañero. A pesar de la distancia que se palpa al inicio de la historia, cogerle cariño a Atreus será inevitable. La complicidad entre ambos personajes irá creciendo al mismo tiempo que lo harán las capacidades del niño para ayudar en el combate.
Armas, armaduras, escudos y combos. Los jugones más 'completistas' disfrutarán consiguiendo y mejorando todos los atributos de Kratos, algo esencial para lograr superar todos los retos y derrotar a los alocados y poderosos dioses nórdicos.Un hijo, un arm

Como un dios. Así se sentirán aquellos que se pongan a los mandos de su PS4 para vivir las aventuras de Kratos, un héroe divino que regresa, barba en rostro y hacha en mano, más humanizado que nunca y en compañía de su hijo Atreus, que lo acompañará en su viaje por una de las historias más épicas que hemos vivido en una consola.

En esta octava entrega, el dios de la guerra se reinventa por completo. Para empezar, estrenamos escenario, dejando atrás las tierras helénicas que forjaron nuestro duro carácter a base de sangre, fuego y desgracias inimaginables. Ahora, un Kratos más maduro se nos presenta como un exiliado que ha rehecho su vida en las frías tierras del norte de Europa, un nuevo hogar habitado por criaturas, leyendas y dioses que no parecen muy contentos con nuestra presencia. Como siempre, la historia arranca con tragedia: la madre de Atreus ha muerto y debemos subir a la cima de una majestuosa montaña que se divisa en el horizonte para esparcir sus cenizas; y como siempre, lo importante no es tanto su finalidad como el viaje en sí mismo.

Contada en un único plano secuencia, solo interrumpido por las muertes a causa de la falta de pericia del jugador, estamos ante una aventura larga y rica en la que la relación paterno filial será uno de los grandes protagonistas. Atreus es un personaje redondo –recuerda mucho a la maravillosa Ellie de ‘The Last of Us’– que crece en protagonismo conforme avanzamos y ayuda a Kratos con su arco, pasando de ser visto como una carga que no deja de ponerse en peligro y meterse en líos, a convertirse en un gran aliado en cada pelea o bestia a la que nos enfrentamos. Por otro lado, aunque la historia es lineal, el juego tiene atisbos de mundo abierto que ofrecen tramas secundarias y dejan decenas de horas de diversión, en las que será casi obligatorio volver sobre tus pasos para, una vez obtenida cierta habilidad, llegar a lugares hasta entonces inaccesibles.

El modo de combate también ha cambiado. Para aquellos que no conozcan la saga, ‘God of War’ era un auténtico machacapulgares, de esos en los que la acción consiste en pulsar cuántos más botones y cuanto más rápido mejor, para asistir a un frenético y sangriento espectáculo. Esta cuarta entrega sigue siendo bastante gore y mucho más realista, pero ahora es más importante, si no vital, que Kratos elija bien cuándo dar un golpe, cuándo cubrirse o qué arma usar en cada contienda.

Con una calidad gráfica y sonora sencillamente épicas y horas y horas de brutal diversión, ‘God of War’ supone el renacimiento de una saga algo desgastada que ha sabido aunar los aciertos de grandes clásicos modernos como ‘Horizon Zero Dawn’, ‘Uncharted’ o el ya mencionado ‘The Last of Us’.

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