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"Sufrí lo peor de la crisis argentina y ahora me toca también padecer la española"

Antonio Gimeno no pierde la esperanza de encontrar trabajo
"Sufrí lo peor de la crisis argentina y ahora me toca también padecer la española"
O. DUCH

Antonio Gimeno Lascuebas busca una nueva oportunidad laboral. Sabe que su edad, 59 años, juega en su contra, pero confía en que su dilatada experiencia pese más a la hora de encontrar trabajo. Gimeno, emigrante en Argentina, vivió la grave crisis económica de aquel país y el 'corralito' financiero le obligó a regresar a España para empezar de nuevo. Ahora vuelve a estar en el paro y, a pesar de que es consciente de que no es el mejor momento, no pierde la ilusión.


Gimeno es uno de los más de 80.730 desempleados registrados en Aragón. Lleva en paro desde diciembre de 2007 y en menos de dos meses dejará de percibir la prestación. Cuando llegue ese día su situación empeorará porque su mujer tampoco tiene ocupación. "Voy a seguir peleando porque quiero tener el privilegio de volver a trabajar", adelanta.


Su historia es como la de muchos españoles que tuvieron que emigrar a mediados del siglo XX en busca de un futuro mejor para sus familias. Gimeno nació en Villarroya de la Sierra (Zaragoza) y con solo 6 años se trasladó a Argentina. Vivió en la Patagonia, donde su padre se dedicó al campo y a la albañilería. Estudió tres años de Medicina pero, según recuerda, "fueron unos momentos políticos muy duros" y tuvo que abandonar su formación. Después decidió hacer un curso de visitador médico en la universidad y, a partir de ahí, inició su carrera profesional en empresas farmacéuticas "de primer nivel".


"Después de haber vivido dos o tres inflaciones muy serias, llegó el 'corralito". Con él vinieron los malos tiempos. A pesar de llevar 14 años trabajando en una compañía internacional -antes había desempeñado el mismo puesto en otras firmas durante una década- le rescindieron el contrato.


Antonio, previendo las consecuencias, había tramitado la doble nacionalidad de sus cuatro hijos. "Cuando me quedé en la calle y viendo que el futuro no era demasiado seguro, decidí venir a España". Y así llegó a Zaragoza hace siete años. A los tres meses consiguió un trabajo, primero como visitador médico y luego como delegado científico. "Hace dos años, como regalo de Navidad, me despidieron", recuerda con ironía. Antonio Gimeno y su mujer dejaron el piso que tenían en alquiler en Zaragoza y se trasladaron a vivir con una de sus hijas.


Regreso al pasado



"Es como volver otra vez a los tiempos pasados. Me tocó sufrir la crisis argentina y ahora me toca la española", comenta resignado. Con el inconveniente de que ahora "soy más mayor" y, tal y como dice, "es un factor excluyente a la hora de encontrar trabajo".


El matrimonio sobrevive con el subsidio que cobra Antonio por desempleo. En dos meses dejará de recibirlo. Entonces su situación económica será mucho peor. "Debo hacer frente además a un crédito que pedimos para montar una parafarmacia -un negocio que no prosperó- y a otro préstamo personal que solicitamos para intentar salvar la tienda".


"La realidad -apunta- va contra mi optimismo, pero si me quedo en casa amargado, no voy a conseguir nada". Por eso sigue luchando. Consulta las páginas de empleo en Internet y las ofertas en prensa. Ha enviado su currículum a veinte puestos (todos relacionados con laboratorios) y, hasta el momento, ya ha recibido la respuesta negativa de doce. "A algunos no tengo la posibilidad de optar porque piden vehículo propio y no tengo ni me lo puedo comprar".


No ha hecho ninguna entrevista personal, "que es precisamente lo que anhelo", porque "un papel con mi formación y mi experiencia no aporta absolutamente nada". Antonio Gimeno continúa buscando una oportunidad aunque "cada vez se hace más duro mantener la esperanza".