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"No merece la pena vivir si no existen sueños"

Ahora y en la hora ora Edmílson.
"No merece la pena vivir si no existen sueños"
JOSé MIGUEL MARCO

Me da la impresión de que la imagen de Edmílson no casa con la del futbolista de primera fila mundial.

Explíqueme un poco que, dicho así, no le entiendo.

No se aprecian demasiados excesos junto a usted: ni lujo excesivo, ni excesivas chicas guapas a su alrededor?

Esta mujer tan guapa que ve en el teléfono móvil es mi mujer, Simeia. Vivo para mi mujer y mis dos hijas: Emily y Tiffany.

Quise quedar con usted de noche, para hablar de fútbol y de la vida con cierta calma, al calor del acorde de una guitarra, de una cancioncita y de un ron dulzón.

De noche estoy en casa. Salgo poco. No salí ni en los primeros días que vine a Zaragoza en enero. Ya vine con mi mujer y mis hijas.

¿Qué hace un futbolista como usted en Zaragoza?

La vida son sueños, retos. No merece la pena vivir si no existen sueños que realizar. Tengo 33 años y sigo soñando. Me llamaron, vi la clasificación.

¡Y se echó a temblar!

No, ¿por qué? El equipo estaba hundido, muy abajo en la tabla. Sabía que sería difícil, pero lo hemos logrado: nos hemos salvado.

El panorama pintaba feo.

Estaba muy mal, pero le digo otra cosa.

Dígame.

Tampoco tenemos tan mal equipo. Se fichó bien en enero.

Roberto, Contini, Colunga, Suazo?

Roberto es un muy buen portero. Contini es un defensa duro, serio, de los que uno quiere tener en su equipo, no en el contrario. Suazo la sabe tener arriba, sabe esperar. Y Colunga llega, es muy rápido, y la velocidad se paga muy cara en el fútbol. Yo no solo hablaría de estos jugadores. Al equipo lo hemos salvado todos, y, sobre todo, la fe nos ha salvado. Por encima de los jugadores, están los valores humanos. Cuando llegué, vi un vestuario muy bueno. Eso ha sido fundamental.

¿Se encuentra bien en la ciudad del viento?

Muy bien. Seguimos en Primera, que es muy importante para todos. El viento es lo único molesto. Por lo demás, estoy encantado en Zaragoza. En Lyon también hacía mucho frío.

Dejemos el tiempo atmosférico y hablemos de la fe.

La fe ha sido fundamental en mi vida. Mi familia era muy humilde. Mi padre se pegó toda su vida recogiendo naranjas. Yo también trabajaba allí. Toda mi familia ha sufrido mucho, ha trabajado mucho.

Hasta que un día apareció en el primer equipo del Sao Paulo. Edmílson: talento brasileño y rigor posicional europeo.

Nunca pensé que llegaría a ser una estrella, que ganaría un Mundial junto a Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho o Roberto Carlos.

¡Ufff! Me mareo: Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho, Roberto Carlos. Muy poquitos pueden presumir de haberse atado las botas a su lado.

De niño solo quería progresar, ganar algún dinero para comprarme una casa, casarme, formar una familia. Nada más.

Pero saltó a Europa, a la fama.

Pasé por el Olympique de Lyon, por el Barça, por el Villarreal.

También pasó por etapas peores.

Ya lo creo. Afortunadamente, sentí la llamada de Dios. Esto es mucho más importante que el fútbol. Dios me salvó. En la vida aparecen caminos. Debes elegir. Hay caminos que conducen a la muerte: la bebida, las drogas. Salía mucho, me emborrachaba. Dios me ha ayudado muchísimo.

Otras estrellas brasileñas también proclaman este mensaje.

Sí. Mauro Silva, Baltazar, Mazinho, Donato. Yo leo la Biblia y la guardo en mi corazón. Soy cristiano.

Me cuentan que ha creado una fundación en su país.

Sí. Se llama Sembrando Sueños. La vida son sueños e ilusión para realizarlos.

Pínteme esos sueños.

En el mismo lugar en el que comencé a jugar, en Taquaritinga, he creado esta fundación. Atendemos a 500 niños de 6 a 14 años. Se les educa, se les enseña un oficio, se les abre la puerta al futuro, a la verdadera vida.

¡Qué jugada tan bonita, amigo!

¡Qué bonito que lo entienda así!