RECUERDOS

Memorias de unos 'extremaños'

Nacidos en Campillo de Llerena (Badajoz) editan un libro recordando las vivencias que les trajeron a Zaragoza

Así se lo pasaron los vecinos de Campillo de Llerena en la presentación del libro, esta semana, en el Centro Polivalente de Valdefierro.
Memorias de unos 'extremaños'
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Victoriano Gómez fue vaquero y aprendiz de zapatero antes de llegar a Zaragoza, donde acabó construyéndose su propia casa en una parcela de Valdefierro. Josefa Asensio recuerda cuando se fue a servir, por una cuartilla de garbanzos al año y tres pesetas al mes. Su primer hogar zaragozano fue Casablanca. María Gómez cuenta cómo empezó a festejar con Macario con solo 12 años. Su hermano, cuando los veía, la mandaba a casa, con un palo en la mano. Acabaron casados, claro, y también en la capital aragonesa?

 

Son solo tres testimonios, pero hay más. Y aunque hablan de un pasado en el que mucha gente puede verse reflejada, todas sus historias parten de un mismo lugar -la localidad pacense de Campillo de Llerena- y tienen su presente en el zaragozano barrio de Valdefierro. Allí, se agrupan desde hace décadas más de cien extremeños, la mayoría, del citado municipio de Badajoz. Ya hace cinco años constituyeron una asociación cultural que lleva el nombre del pueblo, con la que viajan a su tierra una vez al año, para San Isidro. "Son gente mayor que disfruta mucho reviviendo su infancia", explica Juliana Algaba. Gente como María Guijeño que, a sus 85 años, sigue siendo el alma máter de estos encuentros. "Cuando vuelvo a Campillo, soy la que más bailo", reconoce.

 

Como una cita anual se quedaba corta, la organización ha estado preparando un libro en el que los extremeños relataran sus aventuras hasta llegar a Zaragoza. Lo han titulado, mezclando los dos emplazamientos, 'Extremaños'. Y lo presentaron esta semana. "Todos hablan siempre de sus batallitas. Y pensamos, ¿por qué no juntarlas en un libro para que se conserven siempre?", explicó Juliana, una de las organizadoras de la iniciativa. Dicho y hecho. Empezaron a recopilar anécdotas y añadieron fotos, recetas típicas -no falta la caldereta extremeña- y vocabulario de la zona, como socochón (irónico) o alphite (bebida alcohólica).

 

Aunque la tirada es testimonial -apenas cien ejemplares- y no tiene ninguna pretensión comercial, la publicación tiene un valor difícil de igualar para sus lectores. Los relatos han sido construidos por cada autor a su manera, con sus palabras, y con toda su ilusión. No hay más que leer el texto de Juana Trenado, quien tuvo que dejar el colegio a los 9 años y que ahora, a sus 74, asiste a la Universidad Popular. "Nada es más bonito que saber de letras", opina en el libro. Es solo uno de los testimonios que, como dijo Juliana en la presentación, "están escritos con la pluma del alma por doctores honoris causa en sentimientos".

 

Historias de vida que hablan de tiempos duros y que llevan implícito un agradecimiento a Zaragoza por abrirles sus brazos. Así lo reconoció Isabel Trenado, tras leer su historia personal ante sus vecinos: "Zaragoza me ha tratado muy bien. ¡Qué voy a decir, si mis hijos son de aquí!".