INFORMÁTICA Y TECNOLOGÍA

Los campuseros llegan al país de las maravillas de la tecnología

La Campus Party abre en Valencia una semana frenética para 6.500 fanáticos.

Los campuseros hicieron fila durante horas para acceder a la Campus Party.
Los campuseros llegan al país de las maravillas de la tecnología
MANUEL BRUQUE/EFE

Alberto y sus amigos llevaban seis meses esperando dar el 'golpe'. Y el golpe es un ordenador metido dentro de un rascacielos de 5,8 metros de altura, una reproducción muy fiel del Chrysler Building, uno de los edificios más emblemáticos de Manhattan. Los seis amigos persiguen tocar el cielo de la Campus Party, el primer premio en la categoría especial de 'modding' -moda de modificar los ordenadores-, dotada con 600 euros de recompensa, una limosna al lado de los 18.000 euros que les ha costado a estos chicos de Murcia, con la ayuda de algún que otro patrocinador, su construcción.


A la sombra del Chrysler Building descansa una moto-ordenador con sus dos ruedas, su carenado y su manillar. En los puños está el control de los tres ordenadores que hay repartidos. Álex Cebrero ha estado seis meses preparando su invento. A sus 37 años, este informático de Barcelona, estaba entusiasmado con el éxito de su moto en las horas previas al inicio oficial de la Campus Party, que arrancó en la medianoche de ayer después de la cuenta atrás.


Los campuseros fueron llegando durante todo el día. Unos, al Museo Príncipe Felipe. Otros, al Ágora, peor refrigerada pero más imponente, la última aportación de Valencia a una Campus Party que flirteó con otras ciudades antes de que la Generalitat zanjase sus dudas con 6,2 millones de euros.


Los más de 6.000 participantes se adentraron impacientes en los dos edificios futuristas, inmejorable escenario para este país de las maravillas de la tecnología. Desembarcaron con toda su parafernalia. Los ordenadores en carritos de supermercado y un arsenal de comida y bebida de mera supervivencia: packs de 16 latas de Coca-Cola y paquetes de donuts apilados al lado del disco duro.


Muchos se agrupan en clanes, otros van a la suya; unos aprovechan para desvirtualizarse, es decir, ponerle cara a un nombre con el que coinciden en la red, y todos pondrán al límite su resistencia para aprovechar al máximo los siete días de frenesí tecnológico, a lomos de los 10 gigas que permiten hacer en un plis lo que en casa cuesta mucho más.


Juan Carlos Montejo fue de los primeros en instalarse en el Ágora, donde pasará 17 horas al día hasta el domingo. Este programador de Logroño no es de los más 'frikis'. Está en Valencia para ampliar conocimientos más que para jugar o descargarse cosas. «El programa de conferencias es excepcional. Los ponentes son de los mejor que hay en este mundillo». Y, como muchos, espera la aparición de Kevin Mitnick, el hombre en el que se inspiró la película 'Hacker', ahora alistado en el bando de los buenos, trabajando en materia de seguridad informática.


Esta es una de las virtudes de la Campus Party, un festejo capaz de envolver diferentes perfiles de 'geeks' -amantes de la informática y la tecnología-: los hambrientos de conferencias; los que ayer ya disparaban en su mundo virtual, o los fanáticos del 'modding'.