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Las últimas sardinas del Churrión

El martes cerró por jubilación un conocido bar de Maluenda, negocio familiar con más de un siglo de antigüedad.

Ángel Gracia y Joaquina López, propietarios del bar Churrión de Maluenda, ayer en el local, repleto de clientes.
Las últimas sardinas del Churrión
CARLOS MONCíN

Joaquina López ha estado casi toda su vida detrás de la barra del Churrión, y cuando se casó con Ángel Gracia (el 20 de agosto hizo 41 años), continuaron juntos al frente de la cantina del padre de ella y que ya llevaban sus abuelos. El martes, y después de más de un siglo de historia, la casa de esta pareja cerró sus puertas.

Dicen que no los retira la crisis ni la competencia, sino la edad. Él ha celebrado su 69 cumpleaños, ella este septiembre hará los 65, y aunque aseguran que les hace "mucho duelo", han decidido que ya es hora de disfrutar de la jubilación y de sus cuatro nietos. Tienen tres hijos, pero ninguno ha seguido en el negocio familiar, una decisión que entienden. "Esto es muy sacrificado y cada uno tiene sus trabajos", aseguraron.

La madre de Joaquina murió cuando ella tenía cuatro años y desde bien pequeña andaba por el bar con su padre José López Tomey. Recuerda que con apenas 12 ya atendía tras el mostrador del Churrión cuando estaba en la calle Mayor. Hace 38 años lo trasladaron a la plaza del Ayuntamiento, donde además vive la familia. No hay letrero en la fachada con el nombre, si bien todo el pueblo de Maluenda y parte de la comarca sabe dónde encontrar unas sardinas roñosas que, según los que las han probado, son únicas.

También destacan las gambas y el bacalao, en los que apenas se nota la rebocina, o los bocadillos "con unas anchoicas, pimiento y escabeche" que, como resaltó Joaquina, son una de sus especialidades. El Churrión ha sido un bar de vermú que hasta ayer abría a diario. "Todos los años cerrábamos una semana de vacaciones, pero más no se puede", indicó Ángel, quien explicó que hay que seguir atendiendo a la clientela, y más los tres meses de verano.

En las fiestas, la casa del bacalao, como también se conoció al establecimiento, tenía que reponer las tapas del mostrador sin parar, "y antes, hace unos 30 años, el Pilar era también un día grande", explica Ángel. El Churrión, nombre que se consolidó por el apodo del padre de Joaquina, era el bar más antiguo de Maluenda.

Emocionados, sus propietarios invitaron ayer al mediodía a un aperitivo a los que durante 53 años han sido sus clientes "para agradecerles la confianza y el cariño que han demostrado". Han tenido la oportunidad de traspasar el negocio, pero el matrimonio lo ha descartado. "Si alguno de la familia quiere abrirlo algún día aquí estará", concluye Ángel.