MEDIO AMBIENTE

La cumbre para frenar el cambio climático logra el acuerdo

El país andino anuncia que impugnará el pacto en el Tribunal Internacional de La Haya.

Detención de un activista en la Cumbre del Clima de Cancún
Avance en Cancún contra el cambio climático
EFE

Más de 190 países reunidos ayer en la Cumbre de Cancún adoptaron -con la frontal oposición de Bolivia- un paquete de medidas para combatir el calentamiento global y el cambio climático y devolver credibilidad a la negociación tras el fracaso de la Cumbre de Copenhague. El documento fue refrendado por países que partían con posturas muy enfrentadas, como Japón, EE. UU. y China. También apoyaron el texto la Unión Europea, los países menos desarrollados y la mayoría de los latinoamericanos.

En medio de ovaciones y emocionados aplausos -y tras dos semanas de arduas negociaciones-, la presidenta de la conferencia, la mexicana Patricia Espinosa, proclamó la aprobación de la normativa. Bolivia fue el único país que se opuso al acuerdo, alegando su falta de ambición en la lucha contra el calentamiento global. "Nosotros somos representantes de un país pequeño pero un país que tiene principios, que no vende su soberanía, que habla por los pueblos del mundo, y por eso no estamos de acuerdo con esta decisión", afirmó el representante boliviano Pablo Solón.

Recelos ante el documento

Posteriormente, Bolivia anunció que acudirá al Tribunal Internacional de La Haya para impugnar el resultado de la Cumbre del Cambio Climático de Cancún por considerar que se violó el reglamento de Naciones Unidas en la aprobación de sus documentos finales. "Vamos a recurrir a las instancias legales que correspondan en el marco de la Convención (del Cambio Climático) que claramente establece que en estos casos la Corte Internacional de Justicia es la instancia que se pronuncia", dijo el embajador boliviano ante la ONU, Pablo Solón.

El jefe de la delegación boliviana señaló también que la presidenta de la cumbre, Patricia Espinosa, violó el reglamento de la Convención, que establece que los acuerdos se adoptan con el consentimiento de los 194 países miembros.

Entre otras cosas, Bolivia rechaza el acuerdo de Cancún por considerar que "abre las puertas" a que se sustituya en un futuro el Protocolo de Kioto (1997), el único instrumento vinculante que hasta la fecha obliga a los países desarrollados a reducir sus emisiones. También rechaza que se amplíe la posibilidad de aumentar el uso de nuevos mecanismos de mercado como si fueran "una varita mágica, así como que se otorgue un papel temporal al Banco Mundial (BM) para gestionar el nuevo Fondo Verde de ayudas a los países en desarrollo".

El acuerdo de Cancún incorpora por primera vez los compromisos de todos los países en materia de reducción de emisiones al proceso de negociaciones de Naciones Unidas, aunque sin carácter vinculante y basado en metas nacionales. Además, aplaza a un momento futuro en los próximos dos años la decisión sobre si habrá o no una segunda fase del Protocolo de Kioto y pide a los países subir su "nivel de ambición" en recortes de emisiones de gases contaminantes.

Pese a la oposición de Bolivia, la canciller mexicana aprobó los acuerdos al considerar que "la regla del consenso no significa la unanimidad, ni mucho menos la posibilidad de que una delegación pueda pretender imponer un derecho de veto".

Se superó Copenhague

El proceso de negociación climática bajo el amparo de la ONU se vio gravemente desacreditado hace un año en Copenhague, tras una conferencia que solo logró aprobar una declaración política sin valor jurídico y que fue rechazada por varios países, entre ellos Bolivia, Cuba y Venezuela.

En Cancún, el conjunto de decisiones adoptado tras una sesión maratoniana de 24 horas de negociaciones "toma nota" de las promesas de reducción de emisiones formuladas por los países en la anterior cumbre de Copenhague y también de la reserva planteada por Bolivia al proceso.

Entre esos países se encuentran los principales contaminadores, EE. UU. y China, además de economías emergentes como India y Brasil, que tradicionalmente han sido reticentes a incluir sus programas de mitigación en el marco multilateral.

Por ello, y gracias a una formulación suficientemente amplia para dar cabida a todas las posiciones, el acuerdo logró superar el principal escollo de la negociación: el rechazo de Japón y Rusia a suscribir una prolongación del Protocolo de Kioto más allá de 2012. Ese tratado es el único instrumento vinculante que compromete a los países industrializados a reducir sus emisiones de carbono y su continuación es una cuestión decisiva para los países en desarrollo.

Las decisiones de Cancún deben constituir los cimientos de un nuevo tratado internacional más ambicioso en la lucha contra el calentamiento, idealmente en la próxima conferencia, a finales de 2011, en Durban (Sudáfrica).