NANDO PARRADO

"Hubo que elegir entre el horror de comer carne humana o morir"

Es uno de los dieciséis supervivientes del accidente aéreo de los Andes de 1972 y esta semana visitó Zaragoza para asistir a un congreso.

Nando Parrado, esta semana, en Zaragoza.
"Hubo que elegir entre el horror de comer carne humana o morir"
ESTHER CASAS

Perro no come carne de perro. Pero el hombre comió carne de hombre.

La situación creada considero que merece una explicación.

Proceda.

El avión se estrelló en los Andes. Éramos 45 tripulantes. Trece personas murieron en el impacto. El resto iba cayendo poco a poco entre el frío extremo.

Continúe, continúe, por favor.

No había comida. Tampoco teníamos ropa para el invierno. Lamentablemente, acaba de fallecer ahora un montañero (Calafat) que iba equipado. Imagínese nosotros, un equipo de jóvenes jugadores de rugby procedentes de Montevideo, con chanclas, accidentados, perdidos, alejados de la civilización, en medio de un glaciar a muchos grados bajo cero, sin guantes, sin nada. Así, 72 interminables días.

Durísimo.

El tiempo pasaba y la desesperación crecía. Resistimos a heladas, a ventiscas en la más absoluta intemperie. Murió mi madre. Luego, mi hermana Susana. También perecieron mis dos mejores amigos, Panchito y Guido. Luchamos hasta el límite por sobrevivir.

Y hasta comieron carne humana.

Usted también lo habría hecho.

Afortunadamente, no he atravesado esa situación extrema.

Cuando el cerebro asimila este momento crítico, cuando te das cuenta de que tu cuerpo empieza a descomponer sus propios tejidos para mantener la energía de la vida, se encienden las alarmas. Hubo que elegir entre el horror de comer carne humana o morir.

Durísimo, reitero.

Considero que hice lo correcto para sobrevivir. El destino nos situó en esa disyuntiva terrible. Todo el grupo tomó la misma decisión. Es difícil comprenderlo.

¿Le importan los juicios que creó y sigue creando su decisión?

A quien quiera calificarnos, le diría que nuestro sufrimiento fue enorme y que, sobre todo, resulta sencillísimo teorizar sentado en un sofá leyendo el periódico. Quizás fuimos noticia por antropofagia. Pero nosotros, por encima de todo, demostramos que el ser humano es capaz de derrotar hasta lo imposible.

¿Qué fuerza les guió?

Las ganas de vivir, el instinto de supervivencia. El accidente sucedió el 13 de octubre de 1972. Aproximadamente, a los 10 días, entre los restos del avión, oímos por la radio que cesaban en nuestra búsqueda. Roberto Conesa y yo salimos a pedir ayuda, pero el hielo y la nieve no nos dejaron caminar hasta el 12 de diciembre.

Nando Parrado, el segunda línea del club de rugby 'Old Christians' de Montevideo, iniciaba el ensayo de su vida.

Caminamos 10 días entre glaciares hasta que llegamos a un valle y dimos con un arriero. Había 10 horas a caballo hasta la civilización. Luego, volamos en helicóptero en busca del resto de grupo.

Ya le digo, esta carrera no se ve ni en el Seis Naciones.

El reencuentro fue indescriptible. Logramos sobrevivir 16 personas. De regreso a casa, me encontré sin mi madre, sin mi hermana. Para más inri, mi padre se había marchado con otra mujer. Enloqueció papá por la situación. No podía juzgarle.

¿Y quién es quién para juzgar a nadie, Nando?

Correcto. Yo me fui a vivir solo. Reflexioné. Apenas tenía 20 años. Me dije a mí mismo que, después de haber luchado tanto por la vida, debía vivir la vida.

Ese es el mensaje de vida que predica desde entonces.

En este tiempo, me dediqué al deporte, a los negocios, conocí a una mujer, fui padre, cumplí todas mis pasiones... Luego, el accidente se llevó al cine, se escribieron libros.

Y sigue trasladando ese vigor a cuantos le rodean.

Exacto. Esa idea intento comunicarla ahora en el encuentro 'Lo que de verdad importa', el congreso de jóvenes con valores que estamos desarrollando en Zaragoza.

Para acabar, iremos al principio. ¿Qué calificativo añado a su nombre?

Empresario, piloto, padre, escritor, superviviente... Lo que quiera. Sobre todo, amante de la vida.