Carlos Félez y su mujer, Belén Montesa, decidieron el año pasado inscribirse en la escuela de esquí de Panticosa y, desde entonces, aprovechan algunos fines de semana para desplazarse desde Zaragoza a la estación oscense para practicar este deporte. Su hijo Pablo, de tan solo 3 años, acaba de realizar su primera clase y, a pesar de su temprana edad, se defiende bien en la nieve.

Esta familia ve con muy buenos ojos que Aragón pudiera convertirse en sede olímpica de unos Juegos de Invierno. "Por supuesto -adelanta Carlos-, nosotros acudiríamos como público para presenciar las competiciones, que son realmente espectaculares".

Su visión es como la de muchos otros que se inician en la práctica del esquí y ya se definen como incondicionales de esta disciplina. A mediados de marzo de 2009 hicieron un curso en Panticosa de "iniciación total, porque no nos habíamos puesto unos esquís nunca".

Y, desde entonces, no han parado. Ahora se defienden con soltura en un deporte que "se adapta a cualquier persona". "Cada uno -añade- se va desarrollando de una manera diferente, en función de muchos factores".

Tanto Carlos como Belén han empezado a practicarlo de adultos, pero su hijo se ha calzado los esquís ahora, con 3 años. "Los niños son como esponjas y captan los conceptos rápidamente". Es lo que tiene empezar con un deporte desde pequeño. Esta familia es fiel a la estación de Panticosa. "Nos gusta mucho, no hay grandes masas, está preparada y orientada para el aprendizaje. Allí no te hacen sentir como un pato en un garaje".

La candidatura de los Juegos Olímpicos Zaragoza-Pirineos 2022 puede ser "positiva" porque "el turismo de montaña es uno de los grandes motores de Aragón para su desarrollo futuro.