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El Rastrillo, una ventana abierta a la solidaridad

El zoco del cariño abrió ayer sus puertas. Permanecerá en el Auditorio hasta el próximo 2 de noviembre.

La voluntaria Lola Solans, posa mientras prepara el puesto en el mercadillo.
El Rastrillo, una ventana abierta a la solidaridad
OLIVER DUCH

Abren el puesto durante 10 días; su corazón está abierto de par en par los 365. Son la maravillosa gente de la Fundación Federico Ozanam. Ayer arrancó el Rastrillo en el Auditorio de Zaragoza, una de las muchas actividades que gestiona la entidad. "Hay fundaciones que trabajan por la limpieza de los ríos, por la salud de las montañas, incluso por la supresión de las corridas de toros? Nosotros respetamos a todo el mundo, pero nosotros trabajamos por las personas. Ese es nuestro fin esencial", resume Lola Soláns, veterana voluntaria de la fundación.

 

Personas, personas varias, un montón de personas, todas las personas encuentran atención en este rincón del cariño. "El trabajo de la fundación abarca todas las etapas de la evolución del individuo. Nos entregamos a los menores a través de Cadeneta y las Casas de Juventud; a los adolescentes y jóvenes excluidos, en colaboración con el Gobierno de Aragón; a las mujeres en riesgo; trabajamos en la búsqueda de empleo, en la promoción del trabajo; y nos entregamos a los ancianos a través de cinco residencias y tres centros de día", explicó Lola.

 

Una de las más conocidas manifestaciones externas es el Rastrillo, zoco de la generosidad que nutre a la entidad para alcanzar sus fines solidarios. "El Rastrillo ya ha cumplido 23 años. Yo estoy en él desde el primer día. Este año contamos con 30 puntos de venta en la Sala Multiusos. Abrimos el día 23 hasta el 2 de noviembre. Al frente de cada punto hay un responsable. En la edición actual, estoy en el puesto de oportunidades. Son productos de segunda mano, pero de rigurosa actualidad. No le estoy vendiendo ninguna moto. Somos 800 voluntarias. Hombres solo hay 10, pero yo creo que nos iremos aproximando a la paridad, que tanto se lleva ahora", aclaró, sonriente, Lola.

 

"La fundación comenzó de la nada y ha ido evolucionando exponencialmente -continuó Lola-. Ozanam es hoy una gran empresa aragonesa, con 450 empleados y con un proyecto de crecer para extender sus fines, sus objetivos, que son el bien de las personas. En cuanto al Rastrillo, yo lo he visto nacer, crecer, desarrollarse, y espero no verlo morir. Recuerdo los inicios en la antigua Feria de Muestras, el paso por el parking del Real Zaragoza, por Muebles Rey, por La Chimenea, hasta la actual ubicación en el Auditorio. Hemos luchado mucho. Y seguiremos en esta lucha tan hermosa".