HÁBITOS DE VIDA

El 87% de los jóvenes toma alcohol en fin de semana, la mitad con permiso paterno

Al 70% ¿nunca les han pedido el DNI¿ para consumir o para comprar, según un informe.

El 87% de los jóvenes que salen en fin de semana consumen alcohol, y el 45% dice tener permiso de sus padres para hacerlo, según los datos recogidos por la Fundación Alcohol y Sociedad (FAS) en el libro ‘Hablemos del Alcohol’, presentado ayer en Madrid. Según esta obra, el 94% de los adolescentes consiguen alcohol “sin dificultad”. De hecho, al 70% de ellos “nunca les han pedido el DNI” para consumir o comprar alcohol, a pesar de que la actual legislación solo se lo permite a los mayores de 18 años.


Así, el 61% de los jóvenes de 12 a 18 años es “consumidor habitual”, y el 69% comenzó a beber entre los 13 y los 16 años. El 56% admite “haberse emborrachado en alguna ocasión”, y al 50% “le ha sentado mal la bebida” alguna vez.

Para el catedrático de Sociología Javier Elzo, uno de los expertos que ha participado en la elaboración de ‘Hablemos del alcohol’, estos datos demuestran “el fracaso” de las familias en educar a los jóvenes sobre el alcohol y el de la “postura prohibicionista” que encarna la actual ley, posiblemente, dice, “la ley más incumplida de todas”. “No estamos en contra de las leyes que prohíben comprar o consumir alcohol a los jóvenes, que siempre son necesarias. Decimos que las leyes no bastan”, señala.


Critica también el enfoque que la sociedad da al problema del alcohol en menores, centrándose en evitar las molestias de los botellones a los vecinos llevando a los jóvenes a beber más lejos.


Ser “intolerantes” con el abuso

A juicio del catedrático de Filosofía José Antonio Marina, del Comité Científico de la FAS y uno de los autores de este libro, el “modelo médico” para prevenir este consumo, “aunque sea necesario, tampoco es suficiente”, porque los jóvenes le dan “muy poco valor”.


Ante esta situación, Marina recomienda promover un modelo “basado en valores sociales y éticos” para acabar con este problema. “El consumo de alcohol es un problema estructural de la sociedad”, asegura. “Para prevenir hay que dirigirse a la sociedad. Conseguir que los jóvenes aprendan a beber ‘bien’ en casa como prioridad educativa, ser coherentes en el uso del alcohol e intolerantes con su abuso”, dice. Asimismo, considera que hay que “utilizar la presión social” para que los jóvenes “sientan vergüenza de abusar del alcohol” y darles “opciones de ocio saludables” desde los ayuntamientos. Una herramienta sería por ejemplo la formación y la información en las escuelas.