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"Dejé un buen trabajo en Francia y no pensaba que esto fuera a ser tan duro"

Oliver Barat, en el paseo de la Independencia.
"Dejé un buen trabajo en Francia y no pensaba que esto fuera a ser tan duro"
CARLOS MONCÍN

Hace tres años, Oliver Barat tenía un buen empleo en Niza (Francia): trabajaba como técnico de logística en el aeropuerto, cobraba entre 2.000 y 2.700 euros al mes, con dos meses de vacaciones y contrato indefinido. Dejó su trabajo por amor, para venir a Zaragoza a reunirse con su novia, y ahora está en el paro, desesperado y cansado. "¿Para qué ha servido mi experiencia y mi formación? Es muy duro", afirma.


Oliver nació en una localidad cercana a Lille (Francia), aunque ha vivido en distintas ciudades francesas y en el extranjero. Desde 2007 vive en Zaragoza con su novia, Ana Martín, tiene 40 años y un hijo de 11 meses, Gaël. Ana tiene una tienda en Gran Vía, pero el negocio va regular, por la crisis y las obras. Y él está en el paro desde octubre. "Cómo cambia la vida -reflexiona Ana-, hemos pasado de vivir con comodidad (salíamos, hacíamos viajes?) a tener miedo de no llegar a fin de mes".


Oliver tiene estudios de logística y ha realizado diversos cursos de la Escuela Nacional de Aviación Francesa. Ha trabajado quince años en los aeropuertos de París-Orly y Niza como experto en logística, dirigiendo equipos. Habla perfectamente francés, español e inglés, y tiene conocimientos de italiano y portugués.


Cuando llegó a Zaragoza, lo primero que hizo fue ir a buscar trabajo en el aeropuerto de la ciudad. Le llamaron de Iberia para cargar y descargar maletas. Estuvo seis meses, con contratos que le renovaban semana a semana. Después trabajó seis meses en una agencia de viajes: entre 12 y 14 horas al día cobrando 800 euros.


También ha sido comercial en una academia de idiomas, entre agosto de 2008 y septiembre de 2009. "Al principio, bien. Pero después nos quitaron el sueldo e íbamos a comisión. Solo cobrábamos si conseguíamos nuevos alumnos para cursos de 3.000 euros. Con la crisis, bajó mucho el número de inscripciones y se acabó el trabajo", cuenta. Después solo trabajó un mes en octubre en el aeropuerto de Marsella para cubrir una sustitución.


"Dejé un buen trabajo en Francia y no pensaba que esto fuera a ser tan duro, no imaginaba que fuese tan difícil encontrar otro empleo aquí, con mi experiencia y mis idiomas. Es muy duro. Te sientes inútil y despreciado por la sociedad. Intento quedar con mis amigos y mantener alguna actividad de ocio para no estar todo el día pensando en lo mismo", señala Oliver. Entre sus hobbies, le gusta ir a bares irlandeses de Zaragoza a ver partidos de rugby y hablar inglés.


Oliver ha hecho de la búsqueda de empleo su principal ocupación. "Todos los días tengo mi programa: me despierto pronto, luego levanto a Gaël y me siento en el ordenador a buscar ofertas de trabajo. Estoy toda la mañana y, a veces, también por la tarde. Envío unos 40 currículums al día o voy en persona a llevarlos. Mi prioridad es trabajar en Zaragoza para estar con mi familia. Los días que no veo a Gaël estoy muy triste. Pero ya busco un trabajo de lo que sea y donde sea. Estoy mirando ofertas en Francia, Canarias, Baleares, Barcelona, Quebec y hasta Dubái".


Ana lleva diez años con su joyería en la Gran Vía. "La tienda ha dado un bajón y no sé si tendremos que venderla. Me dolería mucho, pero para nosotros lo importantes es estar juntos, donde salga un trabajo", afirma.