RELIGIÓN

Confesiones que no suenan a chino

La comunidad católica china celebra una misa en su idioma una vez al mes, en la parroquia de San Valero de Zaragoza.

Algunos asistentes a la Eucaristía en chino mandarín, el pasado domingo, ante el cuadro de Nuestra Señora de China.
Confesiones que no suenan a chino
PEDRO ETURA / A PHOTO AGENCY

Son las 21.40 del domingo y el cura busca en el misal la lectura del día. Nada extraño, si no fuera porque el texto resulta ininteligible. No por misterio divino, sino porque el sacerdote se llama Alfonso Chang y la Palabra de Dios está escrita en chino. La escena no se produce en Shanghái, sino en Zaragoza, en la parroquia de San Valero, donde llevan meses celebrando misas en chino mandarín. ante unas 60 personas, que acuden cuando cierran sus negocios. Y son unos fieles muy fieles. Como Biling, que, desde que descubrió el servicio religioso, no se ha perdido uno.


La idea partió de mosén Esteban Aranaz, sacerdote que estuvo seis años en Taiwán y el sur de China. Hace dos, se trasladó a Tarazona para ser rector del Seminario. Contactó con un matrimonio de católicos chinos, a los que cariñosamente llama Pilar y Valero, y empezaron a reunir a compatriotas. De hecho, este particular Valero de ojos rasgados asistió a la primera misa en su idioma que hubo en Zaragoza, hace tres años en Santa Engracia, y en la que solo hubo dos personas.


Don Esteban decidió hablar con la parroquia de San Valero por su ubicación. "Vi que en las Delicias existen muchos negocios chinos y, desde febrero de 2009, el primer domingo de cada mes tenemos confesiones y misa en chino mandarín", explica. Su párroco, don Julián Díez, que precisamente acaba de ser trasladado a Santa Engracia, le pareció una excelente idea. "Cada año -comenta-, venían a Misa de Gallo 25 orientales. No hablaban, pero besaban al Niño tras la celebración. Hoy, ya hemos tenido cuatro bautizos y una boda".


Aunque Aranaz se trasladó a Roma a estudiar, la experiencia sigue viva gracias a mosén Alfonso Chang, sacerdote en Bilbao, que ha continuado la labor. "La mayoría de los que vienen proceden de la provincia de Fuijan, en el sur del país. En China, ha habido problemas con la religión católica, pero cada vez hay más libertad", informa. "Hay dos facciones en la Iglesia católica china -prosigue don Julián-. Una oficial, controlada por el Gobierno del país, y la perseguida, la que depende de Roma. Ahora hay un acercamiento. Aunque los misales chinos que tenemos aquí los mandó un sacerdote de la parte clandestina".


Los fieles en Zaragoza no tienen esa preocupación, y viven su fe sin esconderse en San Valero, donde se ha instalado una imagen de Nuestra Señora de China, flanqueada por unos caracteres que rezan "Madre de China, ruega por nosotros", y que fue bendecida por el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña. Un paso más para integrar a esta comunidad. "Experiencias así demuestran que gente con costumbres distintas puede tener un nexo común", dice don Esteban, satisfecho de ayudar a estos hermanos. Porque a él, sus confesiones no le suenan a chino.